Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

domingo, 8 de mayo de 2011

El temazcal en la cultura tradicional de salud y en la etnomedicina mesoamericana. The 'temazcal' in the Mesoamerican traditional culture of health and ethnomedicine. Alfonso Julio Aparicio Mena

1. Introducción
Las ideas de salud-enfermedad-terapéutica en Mesoamérica se incluyen dentro del marco general de la cultura de sus pueblos. El conjunto de tales interpretaciones, discursos e imágenes, junto con las expresiones y acciones relacionadas y/o derivadas es lo que he denominado cultura tradicional de salud. Es cultura tradicional de salud, en general, el modo de entender en los distintos pueblos la influencia del viento, de la humedad, de los conflictos sociales, de la alimentación, de la montaña, del río, de las historias narradas, etc., en la vida humana en relación con una realidad en equilibrio vista como realidad amplia y compuesta por la persona, la sociedad, lo natural, lo sobrenatural (definido en el mundo de creencias), las tradiciones y las normas. Es cultura tradicional de salud el desarrollo de modos de curar como por ejemplo la toma de té de guayaba para combatir la diarrea. Es cultura tradicional de salud el conjunto de ideas y acciones tendentes a salvaguardar la integridad de la comunidad y del grupo. Tal rasgo caracteriza las tradiciones de salud y la etnomedicina de pueblos originarios mesoamericanos, de otros pueblos amerindios como los mapuche (Chihuailaf 1999) y de grupos y culturas de América del Norte (Ayala 1999).
En las culturas tradicionales se entiende salud vinculada a todos los niveles de constitución del ser humano, no sólo al cuantificable sino también al cultural y simbólico. A través de la experiencia profesional he observado que salud y enfermedad tienen que ver con: lo físico-biológico, lo natural (entorno), lo social, lo cultural y elementos interiores de la persona que relacionan todo lo anterior y lo integran dentro de la percepción y la vivencia. Las percepciones vivenciales no suelen ser cuantificables. El objetivo de este artículo no es presentar datos estadísticos sobre la salud o el quehacer terapéutico en sociedades tradicionales sino sobre la realidad que supone esa vivencia, es decir, sobre las personas, sus opiniones, sus experiencias alrededor del bienestar, sus realizaciones (sistemas terapéuticos), sus explicaciones. Podemos dar referencia también de lo que obtenemos como observadores y de las apreciaciones de terceros (bibliografía). Deduzco, a partir de la lectura de la obra del autor mapuche Elikura Chihuailaff (1999), que la cultura tradicional no está diseñada para adecuar a sus componentes al marco productivo de la sociedad de consumo sino para mantener un principio de equilibrio con las cosas, con los seres y con las ideas. Salud es vista como equilibrio, tanto en la tradición mapuche como en la de zapotecos, chatinos, mixes (Oaxaca), o en tradiciones de otros lugares del mundo como China o Corea. 
Para los amerindios mexicanos salud no sólo se concibe como ausencia de mal y de enfermedad sino como equilibrio dentro de una comunidad (por lo que es necesaria una relación social armónica) que a su vez se encuentra integrada en una naturaleza próxima (entorno silvestre y entorno agrícola), quien por su parte se incluye dentro de un universo amplio definido por lo visible (espacio físico) y por las imágenes y representaciones provenientes del mundo de creencias y depositadas en la tradición.
Concretamente, nos referimos a la visión simbólica, o visiones simbólicas, del equilibrio-bienestar que pueden tener en una comunidad tradicional regida por el conjunto de normas heredadas de los antepasados (sistema de usos y costumbres en Oaxaca) y que juntas tienen como objetivo mantener la organización y unidad estructural y espiritual de ese grupo, es decir, salvaguardar y proyectar hacia el futuro su integridad e identidad como tales. Se dan características comunes o similares de esas visiones simbólicas, sin que tengan que ser las mismas imágenes y realizaciones, en las distintas culturas mesoamericanas que he estudiado. Pero no sólo ahí sino también en el resto de México y, con variantes de expresión, en toda la América indígena. Este hilo de fondo que une la esencia de tradiciones de pueblos y culturas amerindios es, o puede ser, una herencia de épocas anteriores o el resultado de influencias entre las distintas culturas. También, ambas cosas pues en los procesos de diferenciación pudieron influir tanto herencias de los orígenes como aportaciones e incorporaciones nuevas (la cultura está en continua transformación). 
La OMS define salud como bienestar físico, psicológico y social, pero en cada cultura, sus miembros entienden y fabrican distintos caminos para llegar a ese bienestar. No se puede, por tanto, estandarizar.Las tradiciones de salud se van tejiendo con los hilos del tiempo y de la experiencia, perpetuándose generación tras generación, conteniendo la esencia de lo que define a ese pueblo y adaptando el contenido a cada presente histórico. 
En este sentido, cultura tradicional de salud haría referencia al conjunto formado por las ideas, creencias, símbolos, tradiciones, realizaciones y acciones surgidas y llevadas a cabo en el seno de un grupo humano como respuesta a la necesidad de prevenir y contrarrestar la enfermedad, y para mantener el cuidado, bienestar y equilibrio integrales de los individuos y del grupo. Salud, por tanto, e idea de salud, van unidas en las culturas tradicionales pues no se concibe un mal sin lo que se piense o se sienta al respecto, sin una referencia, sin relación a algo. Por ejemplo, un dolor de cabeza para un habitante de un área rural china es referido como feng (viento). Con una representación parecida se refieren a ciertos dolores y malestar de cabeza en la Sierra Mixe de Oaxaca, entre los zapotecos y entre la gente de la cultura chatina de la montaña próxima a la costa del Pacífico. Si hablamos de cultura como todo lo que el ser humano crea, imagina, sueña, idea, fabrica y realiza en una sociedad, desde el punto de vista tradicional, estos hechos se incluyen en la vivencia cotidiana, por lo que la cultura avanza con la vida, y una estatuilla de un héroe antepasado, por ejemplo, al ser parte de la cultura (producción humana), conserva algo de la vida de quien la fabricó, y a través de él de la sociedad a la que perteneció. Así se entiende en muchas tradiciones mesoamericanas y amerindias. También en otras de Siberia y Asia.
Para el antropólogo Francisco Javier Guerrero "la cultura es lo que los seres humanos heredan socialmente (lo que no es herencia biológica) y que a su vez desarrollan y enriquecen...Cultura como el conjunto de actividades que le aportan significación a los elementos del mundo" (Guerrero 1997: 102). Para los miembros de las sociedades tradicionales que conozco (mexicana originaria, china, ceilanesa), lo cultural se junta con lo natural en unidad interrelacionada. 
El enfoque antropológico nos aporta una perspectiva amplia del ser humano en relación con la cultura. Dicha perspectiva cubre no sólo la visión que tengamos como observadores e investigadores sino la que los propios observados nos den de sí mismos. Clifford Geertz (1990) expresó, que la interpretación más auténtica de la cultura es la que dan los que la protagonizan. Señala Fernández Álvarez (1997) que comprender la cultura de un pueblo supondría captar su carácter normal sin reducir su particularidad. "Las descripciones de la cultura deben elaborarse atendiendo a las interpretaciones que hacen de su experiencia personas pertenecientes a un grupo particular porque son descripciones de tales interpretaciones" (Fernández Álvarez 1997: 231). Uno de los objetivos de la antropología es descubrir, conocer los mecanismos y las maneras que tienen las culturas de continuar su existencia. La biología estudia los mecanismos de reproducción (física) del ser humano en cuanto cuerpo, es decir, como organismo vivo (animal). En los pueblos originarios se aludea aspectos del alma tanto como a otros del cuerpo, muchas veces imaginados (Galinier 1997) para dar explicación a los hechos y fenómenos que ocurren en la vida cotidiana, en la multirrealidad (Chica 1998), un espacio simbólico donde convergen lo sensorial y espiritual junto con elementos que los ligan. Las explicaciones quedan los miembros de las culturas tradicionales sobre el saber y el conocimiento forman parte de su manera de entender el mundo y el progreso. En este artículo tenemos en cuenta lo cultural (entendido aquí como lo simbólico, lo mental, lo espiritual, y lo que el hombre hace y produce; es decir, desde el significado del temazcal hasta el temazcal mismo como lugar y como hecho) lo natural (entendido aquí como lo físico, la naturaleza, lo orgánico en su expresión funcional y estructural) y lo convivencial, para aproximarnos a la comprensión de las explicaciones que los protagonistas de las culturas dan del bienestar y de las enfermedades.
 
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