Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

jueves, 3 de enero de 2013

TRASCENDENCIA, INTEGRACIÓN SOCIAL Y ECOCULTURAL DEL MÉDICO TRADICIONAL INDÍGENA Y DE LA MEDICINA TRADICIONAL INDÍGENA EN MESOAMÉRICA.

Texto: Alfonso J. Aparicio Mena.
Imágenes: Álvar Aparicio Tejido.

El siguiente artículo está sacado de mi libro: "Cultura Tradicional de Salud y Etnomedicina en Mesoamérica" publicado por Trafford y que pueden encontrar en:

http://www.amazon.com/Cultura-Tradicional-Etnomedicina-Spanish-Edition/dp/1425180701

http://bookstore.trafford.com/AdvancedSearch/Default.aspx?SearchTerm=cultura+tradicional+de+salud+y+etnomedicina+en+mesoam%c3%a9rica

http://www.amazon.es/s/ref=nb_sb_noss?__mk_es_ES=%C5M%C5Z%D5%D1&url=search-alias%3Ddigital-text&field-keywords=cultura+tradicional+de+salud+y+etnomedicina+en+mesoam%E9rica

Texto e ilustraciones tienen copyright por lo que queda prohibida su reproducción.


Visión de la Limpia, por Alvar Aparicio Tejido (ilustración contenida en el libro: "La Limpia en las Etnomedicinas Mesoamericanas".  Alfonso J. Aparicio & Francesco Di Ludovico . E.A.E. 2012). Cesión del autor para el presente artículo.

"La salud, entendida como equilibrio y bienestar, implica armonización de los elementos de interacción vital de un espacio en un tiempo: animales, vegetales, minerales, atmósfera envolvente con su climatología, seres humanos con sociedades organizadas, y seres humanos como individuos con sus particulares visiones de la vida dentro del conjunto de la cultura de su grupo (tradiciones, costumbres, organización). Según ello, una manera de entender el bienestar-equilibrio es: pasar revista a los recuerdos, por ejemplo, en un encuentro (familia, amigos, ocasión especial...), principalmente para aquellos que han vivido más, la gente mayor. El proceso de integración-aprendizaje para los jóvenes se realiza con la escucha de lo que cuentan los mayores. Así, no sólo se retienen los datos concretos de la información a través del discurso oral sino que se aprende cómo hacerlo. El hecho constituye en sí mismo un procedimiento al que se valida y reconoce como propio para la ocasión, circulación de recuerdos e imágenes que pertenecen al sustrato cultural del grupo, que definen su identidad, lo diferencian, lo fijan al presente y al lugar (equilibrio sociobioecológico), y lo encaminan hacia el futuro. Así pues, en un sencillo encuentro alrededor de una mesa, el abuelo y los mayores hablan (tal como hemos presenciado) y los jóvenes no sólo escuchan y aprenden (lo que aquéllos dicen) sino también la manera de realizar la comunicación para que en el futuro nuevos jóvenes reciban el testigo y lo trasmitan (observación de las explicaciones de D. Erasto, médico indígena, en el porche de su casa), siempre y cuando las llamadas culturas indígenas no sean borradas por la globalización.
Durante mis estancias en Oaxaca he podido observar que la gente más humilde de las comunidades indígenas se mueve en y entre condiciones de deficiencia, precariedad y miseria, sobre todo cuando se ven obligados a salir de su medio habitual para buscar recursos en el medio urbano. Tal situación da como resultado expresiones de tristeza en sus rostros y un cierto alejamiento de la esperanza. Estas personas hablan con pocas palabras y pocas ganas. Tienen una economía pobre. Cuando están enfermos, si no pueden pagarse la consulta del médico convencional, acuden al tradicional (mixto) que en muchas ocasiones no cobra nada.
La desestructuración de los grupos tradicionales repercute en el empobrecimiento de sus culturas, que ya no sirven de soporte y seguro a sus miembros frente a la globalización. Las repercusiones sobre la salud son palpables. Muchas personas de los grupos originarios salen de su medio tradicional en busca de un horizonte urbano en el que creen que van a encontrar la manera de salir adelante en sus vidas. El abandono del espacio tradicional (familiares, amigos, vecinos, conocidos que se fueron antes) por necesidad, por la inercia de una nueva costumbre o por la atracción de la sociedad de consumo y sus oportunidades (caso de los más jóvenes) ha supuesto el engrosamiento de la tradición mixta, mezclada y ambigua de la ciudad, frente al decaimiento de las tradiciones antiguas, rurales. Este hecho se está dando entre los zapotecos de la zona Tabaá-Villa Alta (emigración a Estados Unidos).
El profesor y antropólogo, D. José Antonio Alonso Herrero señala que una nueva forma de migración se suma al hecho generalizado de desintegración social causada por políticas neoliberales en la periferia del sistema capitalista mundial (Alonso, 2002: 50). Para este investigador muchos campesinos ya no se fijan en la ciudad pero tampoco trabajan como tales en su medio originario. Se desplazan y venden productos en la urbe. Luego regresan a sus lugares de habitación siendo ciudadanos ni de un sitio ni de otro. Subraya Alonso que tampoco se ocupan de ellos debidamente las autoridades de ambos lugares, convirtiéndose en hijos ilegítimos de la contrarrevolución liberal (Alonso, 2002: 50).
La percepción del bienestar varía para esas personas en esas circunstancias. Observé movimiento y trasiego en Oaxaca y en México DF. En Atizapán de Zaragoza
[1], hablé con algunas personas. Un yerbero me comentó que todos los días se levantaba temprano para ir a recoger las plantas medicinales en los lugares más apartados y limpios (cada día más alejados); después las trasportaba a la ciudad para venderlas. El joven seguía la tradición paterna. En el mercado pregonaba sus remedios y daba consejo a curiosos e interesados en ellos. El contacto con un medio sociocultural diferente (urbano) le sitúa en el espacio de tradición mixta en el que se buscan soluciones naturales a problemas de salud integrándolas en el tipo de vida de la llamada sociedad de consumo.
En áreas de las culturas originarias, al lado del fenómeno de desintegración de la tradición ancestral se da en México una revitalización de la vieja memoria. Es decir que conviven procesos contrapuestos, nada sorprendente en el espacio mesoamercano. Con la potenciación de la medicina tradicional algunos médicos indígenas se dedican también a enseñar como hace D. Ricardo Alberto en la zona de Xoxocotla, Puebla (Alberto, 1999) o como hace D. Isaías en la zona de Puerto Escondido a través de su centro para el desarrollo espiritual. Hay actividades apoyadas y promovidas por organismos oficiales (CDI). Otras, son iniciativa de los propios médicos tradicionales y sanadores a través de sus asociaciones y contactos.
La labor del médico tradicional indigena es valorada en la comunidad, recalca Micael Fabián (informante deTabaá). Dicha labor se considera útil y necesaria. Hay lugares en los que la colaboración entre profesionales alópatas y profesionales indígenas es un hecho, tal como me relató el ingeniero agroecólogo Manuel García. Así se explicó el Dr. Bernal. De igual manera me ha informado el Dr. José Medina quien, como médico alópata trabajó durante un tiempo en zonas indígenas  (Michoacán) teniendo buena relación con los médicos tradicionales. Pero hay otros con los que no sólo no existe relación sino que además se critica la labor de los médicos populares. Al hablar de las Memorias del INI (Bernal, 1999-I), expusimos las dos posturas que Carlos Zolla ve en la generalidad respecto a la medicina tradicional. Una de ellas es su consideración como una ayuda a la deficiente cobertura del sistema sanitario oficial. Hay lugares a los que no llegan medicamentos. En otros sitios, la farmacia más próxima se encuentra a cierta distancia (Villa Alta para el área de Tabaá). En opinión de todos los entrevistados y preguntados, la medicina tradicional no sólo llena huecos sino que resulta un sistema válido para curar y apreciable desde el punto de vista de la población no contaminada con ideas en contra (Manuel García, Tabaá). Los médicos tradicionales son personas de las comunidades, conocen a la gente y están integrados en la vida social, política y cultural de la localidad, además de representar un nexo y una referencia importante en la relación de la gente con la naturaleza, con las plantas, con los lugares. El médico tradicional sabe que muchos males dependen de la alteración del equilibrio: persona-comunidad-cultura-naturaleza. Son conscientes del valor de las viejas enseñanzas sobre las plantas y la salud (D. Aristeo, Tabaá; D. Erasto, Tabaá; D. Alfonso, Tabaá; D. Ricardo Alberto –1999-). Ayudan a considerar la necesidad de llevarse bien con el campo y con las fuerzas de la naturaleza ya que, como la influencia del entorno es un hecho omnipresente, según la tradición mejor recibir un buen influjo (salud, cosechas, climatología, lluvias...) a la vez que devolver a la Madre Tierra lo que ella ofrece y da (opinión de todos los médicos tradicionales conocidos por un servidor).
Escribe Ruth Gubler que el curandero no sólo se dedica a curar los males físicos sino que se considera que sólo él puede curar las enfermedades de naturaleza psicosomática, como el ojo, el aire- viento, etc. (Gubler, 1996), lo cual no puede hacer el profesional alópata, como me reiteró D. Erasto.
Cuando hablé con D. Alfonso observé que las personas que acudían a él lo hacían con la confianza y la seguridad de saber que podían ser atendidas. Según el médico tradicional, la gente viene cuando puede o cuando lo necesita. Son mis gentes, me dijo con orgullo. Para él, la seguridad da tranquilidad y evita el temor, o parte de él, lo que redunda en beneficio de la salud. D. Alfonso atiende sin prisa a sus pacientes. Su manera de hablar inspira tranquilidad. No levanta la voz. Su propio saber se robustece con la experiencia y eso hace que la gente acuda a verlo.
Señala Ruth Gubler (1996) que las relaciones entre curandero y paciente son informales y cordiales; que la consulta se desarrolla con mucha tranquilidad.
En nuestras comunidades estamos muy retirados y luego en la noche se preesenta cualquier enfermedad y es importante saber ofrecer los primeros auxilios (Alberto, 1999: 86).
D. Ricardo (1999) considera necesaria la difusión de los conocimientos terapéuticos tradicionales para que los jóvenes puedan el día de mañana transmitirlos a las futuras generaciones. D. Alfonso (informante) opina que hay que enseñar a los jóvenes si se quiere conservar el saber antiguo.
En todos los lugares que he visitado en Oaxaca y México, he observado que el médico tradicional no sólo es un terapeuta encargado de la salud de su comunidad, saliendo incluso fuera de ella a atender, a dar cursos y charlas (D. Aristeo, Tabaá); es, recalco, un interlocutor social, un intermediario de su pueblo ante las autoridades locales y/o estatales. Es por ello respetado y valorado ya que se apoya en la tradición y la adapta al presente. En el pasado, los médicos tradicionales eran personas dedicadas a curar a los individuos y al grupo, por tanto, a la vez terapeutas, sanadores y políticos, llegando en el caso de los chamanes a tocar aspectos de creencias y religión. Así se ve en las machis sudamericanas, en los etnomédicos mayas y en los de otras culturas de dentro y de fuera de Mesoamerica. El médico tradicional es elegido a veces por organismos oficiales para realizar servicios de enseñanza y promoción de salud en las comunidades indígenas (caso de D. Alfonso, de Tabaá, como partero ).
De forma individual, o vinculado a su asociación profesional, el médico popular cumple con sus misiones de trasmisor de conocimiento (Alberto, 1999: 59). Refiriéndonos a D. Ricardo, como parte del Consejo de tatas de Xoxocotla, se encarga de hacer llegar a las autoridades de turno las peticiones de su pueblo y de su organización; por tanto su existencia se vincula con el servicio a su familia y a la comunidad. En especial se interesa por el aprendizaje de las futuras generaciones para que sean ellos los portadores del acervo médico tradicional (Alberto, 1999).
En el año 2001, el INI organizó un encuentro de médicos tradicionales indígenas en Cárdenas. En la información del INI se puede leer que los médicos tradicionales indígenas, vistos por los miembros de sus culturas, son guías espirituales del grupo, depositarios de los conocimientos ancestrales de la etnia, saben su historia, de dónde vienen, hacia dónde van y sobre todo el papel que están jugando como grupo social en esta vida. En resumen, son los herederos de la clase sacerdotal que ejercía el poder político y cultural en los grupos étnicos existentes antes de la llegada de los españoles...Son los que curan a los integrantes de su etnia, pero también velan por el medio ambiente como los animales, las tierras, el bosque, el agua, el sol, el viento, por mencionar algunos, para que todo permanezca en cierto equilibrio y no pasen cosas malas...La concepción de la mayoría de los médicos tradicionales a través de sus conocimientos mágicorreligiosos, tiene la seguridad de que la enfermedad es la pérdida de ese equilibrio, tanto con los elementos de la naturaleza como con su mismo grupo social, y la sanación tiene el objetivo de equilibrar al cuerpo con esos dos elementos (Aldaz y otros, 2002: 3-4).
Los miembros de los grupos originarios desean convivir con las poblaciones de sus países en sociedades plurales y abiertas, respetuosas con las costumbres tradicionales y con el medio natural, del que salen los recursos y remedios de las medicinas tradicionales. Los médicos tradicionales no quieren que las organizaciones y empresas multinacionales se apropien de los recursos naturales y del saber heredado de los antepasados. No siempre hay acuerdo entre los pueblos indígenas y los Estados y gobiernos. En marzo de 2006, recibí un comunicado que los médicos y parteras indígenas tradicionales de Chiapas organizados e integrados en el Compitch
[2] elaboraron oponiéndose al sistema de patentes por considerarlo el mecanismo capitalista de apropiación de la riqueza natural (perteneciente a todos) y de los saberes tradicionales de cada pueblo en materia de recursos para la salud. El Compitch denuncia al capitalismo internacional y a sus influencias sobre los Estados y gobiernos (en este caso, sobre el gobierno local). Los médicos tradicionales indígenas defienden los remedios naturales y el derecho de las gentes a usarlos conforme a sus costumbres. Defienden la vida. Consideran que los conocimientos tradicionales no se pueden patentar ya que pertenecen a todos. En el comunicado proponen, entre otras medidas y acciones, hacer públicos los saberes (patrimonio intangible) para que nadie los pueda registrar y privatizar.
Los médicos tradicionales de Chiapas, asociados en el Compitch, expresan no sólo el deseo de conservar una tradición sino la voluntad (con propuestas de acción) de proteger sus intereses culturales y los recursos naturales que siempre ayudaron a las poblaciones indígenas a cuidar la salud y asegurar el bienestar. El intercambio de recursos o de conocimientos tradicionales relacionados con la salud humana no se puede hacer bajo reglas de mercado. Lo sagrado no se merca (Declaración del Compitch).
El médico tradicional se convierte en defensor de la salud, de la vida individual y de la continuidad del grupo, definido por sus rasgos culturales propios y unido al medio ambiente tradicional."
[1] Estado de México.[2] Declaración leída en la sede de la Omiech, San Cristobal de las Casas, Chiapas, México; 23
Bibliografía del capítulo:

ALBERTO CASTAÑEDA, Ricardo. 1999. Testimonios de vida de médicos indígenas tradicionales, nº 3. INI. México D.F.
ALDAZ H, Humberto (Dir. Gral.) y otros. 2002. Encuentro estatal Médicos Indígenas Tradicionales, Cárdenas S.L.P. INI. México D.F.
ALONSO HERRERO, José Antonio. 2002. ¿Integración social o desintegración neoliberal? El dilema actual de América Latina. En: José A. Fernández De Rota (Ed.). “Integración social y cultural”; Universidade da Coruña - M. C. T. La Coruña.
BERNAL TORRES, Ignacio, (y otros) –compiladores-
-1991-I. Memorias de los encuentros de médicos tradicionales indígenas del Estado de Oaxaca. INI y Fondo de Naciones Unidas para el desarrollo infantil, UNICEF. Oaxaca.
-1991-II. Memorias de los encuentros de médicos tradicionales indígenas del estado de Oaxaca. INI y Fondo de Naciones Unidas para el desarrollo infantil, UNICEF. Oaxaca.
GUBLER, Ruth,1996. El papel del curandero y la medicina tradicional en Yucatán. Revista Alteridades 6 (12) pgs.:11-18. UAM Ixtapalapa, México.
ZOLLA, Carlos. 2005. La medicina tradicional indígena en el México actual. Revista “Arqueología Mexicana”. Vol.XII, núm. 74, julio-agosto. CNCA - INAH. México D.F.
ZOLLA, Carlos; DEL BOSQUE, Sofía; MELLADO, Virginia; TASCÓN, Antonio y MAQUEO, Carlos. 1992. Medicina tradicional y enfermedad. En: Roberto Campos (Comp); “La antropología médica en México”. U.A.M. México.
Bibliografía de marzo de 2006.