Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

jueves, 23 de febrero de 2017

El juego. The game (del diario de un perro).

Autor: A.J.A.Mena
Dedicado a mi esposa, Chus.

"Yo vivía en una casa agradable con una familia ruidosa pero amable. El padre y la madre discutían un poco pero me querían. La hija mayor era remilgada pero me pasaba la mano por el lomo. El hijo mediano jugaba mucho conmigo. Me enseñaba juegos y nos divertíamos en la arboleda. El pequeño me tiraba la pelota y muchos otros objetos que yo tenía que ir a buscar y traer entre mis dientes. Comía muy bien. Dormía en una cesta llena de almohadas viejas, aunque gustosas. En fin, mi vida era agradable y amaba a aquella gente. Pero crecí.
Al principio lo llevaron más o menos bien. No jugaban todo el tiempo conmigo pero me alimentaban, me abrazaban de vez en cuando y me sacaban tres veces al día. Pensé que los cambios en ellos eran debidos a mis cambios. Lo entendí. Es más fácil atender a un perro pequeño que a uno grande. 
El tiempo pasó. Se acercaban las vacaciones y con ellas juegos en la playa, perseguir la pelota en la arena, etc. Los días transcurrieron, llegando por fin la noche previa a la salida. La casa era un trajín de ropas, maletas y bolsas. Cuando pasaban a mi lado me tocaban pero con poco ánimo. Me lo expliqué. El agobio de irse de vacaciones, preparar las cosas, etc. Después del jaleo llegó la calma y todos se fueron a dormir menos la madre que se agachó y, con lágrimas en los ojos, me besó. Después se fue a acostar como el resto. Esa tarde ella y el padre habían discutido. Hablaban y me miraban pero no le di importancia. Los humanos tienen esos comportamientos.
Y llegó la mañana. Después de cargar la furgoneta me llamaron y, ¡ para adentro ! Ya todos en el coche, el padre dijo algo de mí a la madre. La madre asintió con la cabeza. Su rostro no estaba alegre. Los tres hijos iban muy silenciosos. El pequeño estaba enfadado. Acerqué mi cabeza a él y le toqué con el morro. Dirigió su mano a mi lomo pero el padre soltó un rotundo no que lo dejó petrificado. El niño se enfadó más y lloró. Bueno, la verdad es que yo no sabía qué estaba pasando. Pensé y pensé y llegué a la conclusión de que era un juego nuevo. Ellos hacían algo y no me daban pistas. Yo tenía que adivinarlo y responder a sus deseos. Les seguí la corriente esforzándome y actuando de manera satisfactoria para ellos. Después de una hora de viaje por la autopista, el padre paró para poner gasolina. Algo les dijo a todos lejos de mí. No me sacaron del vehículo. Entonces entendí. Ellos iban a hacer una cosa que yo tenía que adivinar. Nos salimos de la autopista y me mandaron bajar. El padre me llevó por el campo a hacer pis. Me lanzó un palo y yo corrí a por él. Cuando me di la vuelta, tras cogerlo entre mis dientes, vi al padre correr al coche, entrar en él y salir disparado. Todos me miraron a través de los cristales. Yo ya sabía que el juego consistía en llevarles el palo. Ellos se iban a esconder y yo tenía que buscarlos, encontrarlos y entregarles el palito. Como mi olfato y mi orientación son muy buenos les di ventaja. Los humanos son torpes y muchas veces no siguen bien las pistas así que me paré y observé el vehículo. Les alcanzaría sin mucho esfuerzo. Cuando el coche se perdió en el horizonte pensé que irían a un lugar con casas y allí me esperarían. Avancé y avancé y la noche se me echó encima. Las casas no aparecían. Tenía hambre y sed. Me salí de la carretera y me acurruqué al lado de un árbol, protegido por una cortina de arbustos que hacían de parapeto contra el viento de la noche. En un duermevela permanente vi a las rapaces nocturnas cazar y olí a un par de zorros a bastante distancia, A la mañana retomé la búsqueda, descansado pero con un hambre terrible. Corrí y corrí hasta que, por fin, aparecieron las casas deseadas. Me acerqué y comprobé que eran barracones de gallinas todas hacinadas. Me asomé a una ventana y las pregunté por mi familia humana. Ni siquiera se molestaron en contestarme. Solo decían: "vete de aquí, vete de aquí. Esto es el infierno. No te quedes perro o correrás la misma suerte que nosotras". La verdad es que no sabía qué querían decir. Tal vez fuera una clave o una pista del juego. En ese momento, dos mastines gigantes me cortaron el paso atacándome en serio. Uno me mordió la pata y el otro se lanzó a mi cuello. Suerte que tropecé y me caí. Si no, no podría haber escrito estas líneas. Me quedé helado, con gran dolor. Un hombre se acercó y los apartó. Yo esperaba una atención de él pero en su lugar me mostró un palo y, cojeando me fui como pude de las casas. ¿Dónde estaría mi familia humana? Era culpa mía por equivocarme de lugar. Me lamí la pata y mejoré. Era una herida superficial que sólo afectaba a la piel así que reanudé la búsqueda. Tres días después llegué a una ciudad. Un olor feo atrajo mi atención. Era ya el atardecer. No conocía aquel lugar. Vi unas naves iluminadas y gran trasiego de animales bajando de camiones y entrando en una de ellas. Me aproximé la ventana y lo que contemplé me dejó helado. Los animales iban pasando por una especie de pasillo donde recibían una descarga eléctrica tras la cual eran conducidos a una gran sala donde los desangraban y despiezaban. Solo recordarlo me da ganas de vomitar. "¿Por qué?, ¡Qué horror !" exclamé. Me respondí pensando que aquellos animales habrían hecho algo muy malo y que ese era el castigo. A lo mejor habían matado y comido a hombres, o niños, quién sabe. Las vacas con sus cuernos podrían haberse vuelto locas atacando a los humanos. Lo cierto es que mientras miraba, algo cayó sobre mí. Intenté volverme pero me fue imposible. Una red me sujetaba. Dos hombres me pusieron un lazo al cuello y con un palo largo me obligaron a entrar en un coche con otros perros.
La furgoneta se puso en marcha y, tras unas horas, nos depositó a todos en un lugar donde había muchos perros, gatos, caballos viejos, burros. También olía mal. Igual que en el lugar de muerte que vi, en este sitio iban metiendo animales en una nave y no les veía salir. En la furgoneta y allí me habían contado mis compañeros de todo: que si los humanos se deshacen de sus mascotas cuando ya no les interesan, que si las autoridades de las ciudades tienen hornos crematorios donde sacrifican y destruyen animales viejos, enfermos o vagabundos, en fin, cosas muy raras y horrorosas. Mi familia humana no era mala. Jugaban conmigo. prepararon este juego al que yo no supe jugar. Tenía que encontrarles y no lo hice. Pobres. Lo habrán pasado mal sin mí. Es culpa mía. En un momento, tres empleados nos lacearon a varios perros empujándonos al almacén del que nadie salía. Uno de los perros se volvió, mordiendo al portador que lo soltó. Los otros dos hombres intentaron ayudar a su compañero pero en ese empeño perdieron el control sobre nosotros y echamos a correr. Sólo recuerdo que recibí un tremendo golpe con un palo que me dejó muy mal. Arrastrándome, volví a recibir otro garrotazo y de ése ya no salí. Caí al suelo como un trapo. Me dieron por muerto y me dejaron allí, ocupándose del motín animal que se había desatado. La noche cayó y con su frescor desperté. Aunque no podía con mi vida, llegué hasta una puerta que no habían cerrado. Salí y rodé por una ladera hasta un río. Sentí el agua fría y sentí que había llegado mi hora. Sin embargo no fue así. Un hombre mayor de aspecto descuidado, mal vestido y oliendo mal me sacó del agua, me secó con una vieja manta y me colocó al lado de una hoguera. Los días que siguieron me curó con paciencia las heridas, me dio de comer y de beber, me mantuvo protegido con la manta y me pasó la mano por la cabeza y el lomo una y mil veces. Transcurrieron los días, las semanas y los meses y, cojeando definitivamente, aquí estoy. Perdí un ojo y el oído me da muchos pitidos. Voy con mi nuevo amigo a todas partes, despacito. Me siento con él mientras la gente le da monedas. Luego compra comida y nos la repartimos los dos. Es muy bueno conmigo. En las noches frías nos apretujamos el uno contra el otro para darnos calor. Nunca me pega, nunca me riñe, nunca me deja que adivine qué debo hacer en los juegos. Siempre me espera. Le quiero aunque no olvido a mi antigua familia a quien fallé y nunca encontré. Lo siento. Sin embargo, mi vida ahora es otra. Mi amigo humano se ríe mucho, me cuenta historias, me quita las pulgas y me trata como a un semejante. Le doy las gracias mientras le gasto alguna broma y buscamos un lugar remansado para pasar la noche. Soy feliz."

viernes, 17 de febrero de 2017

Etnozoología: "Entre lo comestible y lo comido"


El presente artículo es un extracto del libro: "Etnozoología. Recursos animales para la salud en la tradición salmantina", de José Antonio González, José Ramón Vallejo y Alfonso J. Aparicio. Fue premio "Ángel Carril" y constituye un trabajo de investigación absolutamente recomendable. Fue editado por el Instituto de las Identidades de la Diputación de Salamanca en 2015. ISBN: 978-84-16419-01-2

Este epígrafe daría para hacer un estudio específico, por lo que su inclusión en nuestro trabajo tiene como misión colaborar a la trasmisión de la idea del papel de los animales en el bienestar integral de las personas, recogida de gentes a lo largo y ancho de la provincia de Salamanca.
Es obligado citar a J. López García[1] quien en su trabajo: Los animales, del mito al rito, señala la importancia social de los mismos hasta el punto, según expone, de que no se pueden pensar las sociedades humanas sin los animales.
En todos los encuentros tenidos con nuestros informantes y otros en distintas comarcas de la provincia hemos escuchado que entre el ser humano y los animales, a nivel individual, familiar y comunitario, siempre ha habido una relación necesaria. Cerdos, gallinas, conejos, ovejas, cabras, vacas; con diferencias de unas zonas a otras, han constituido una base alimentaria a partir de ellos o de productos secundarios. Caballos, burros, mulos, bueyes, han aportado la fuerza para trabajar en el campo o para transportar mercancías y personas.
De todos los papeles jugados por los animales en sus actuaciones para el ser humano, López García destaca el culinario y el ritual.
Nosotros, en nuestro estudio,  consideramos que todas las referencias e informaciones sobre el tema recogidas en distintos encuentros por la provincia de Salamanca llevan simbolismos asociados. Los hemos llamado: naturalista, de creencias y/o mixto. El simbolismo naturalista se relaciona con hechos constatados sensorialmente, dimensión física, biológica, natural en suma de las interacciones-experiencias con animales. El simbolismo de creencias dejaría entrar ciertas tradiciones familiares, locales, religiosas, “mágicas” o mezcladas en la construcción de las experiencias; es decir, las interacciones sensoriales se verían “iluminadas” o “interferidas” por ideas de un tipo u otro pertenecientes a las costumbres o tradiciones de los locales. Y hemos llamado simbolismo mixto al asociado a hechos en los que lo exclusivamente natural se complementa o ilustra con ideas culturales (religiosas, “supersticiosas”, mágicas, o de tradiciones familiares-locales).
Dice López García (2005) que un principio básico para los antropólogos de la alimentación es la convicción de que la cultura determina qué se come y qué se deja de comer. Desde las estrategias de obtención de alimentos hasta las maneras de consumo, la cultura se impone a la naturaleza fisiológica de los seres humanos y se impone de tal manera que obliga a elegir. Para dicho autor, la determinación de lo comestible-no comestible sigue finalmente dictámenes culturales.

    (Autor: AJA Mena)

Comer una cosa u otra, entendemos, según lo expuesto por López García, es guiado por la cultura. Nosotros pensamos, según las informaciones obtenidas de nuestros informantes locales, que, por ejemplo en el caso de un problema a tratar, son las características de dicho problema, dentro de enfermedades y alteraciones atendibles con/por medios animales, las que determinan el procedimiento: naturalista, de creencias y/o mixto. Y esas características constituyen lo que llamaríamos un “catálogo” tradicional en el que ya está “escrito”, determinado, qué se debe hacer. Cuando hemos preguntado a las personas de los grupos con los que nos hemos reunido, se nos ha contestado que poco se inventaba o nada: “La gente aprendía de sus familiares o de otros del pueblo. Cuando ya sabía, actuaba, aplicaba o procedía”. De esta manera, por ejemplo (etnoveterinaria), cuando un caballo tenía frecuentes problemas de “empacho” se le llevaba a revolcarse en el suelo de una cuadra de ovejas. Quien observaba dicho problema y era conocedor de la solución descrita, la ponía en práctica y ya está. Tomar un alimento u otro también dependía en gran medida de factores culturales locales. “Para paliar el hambre, cualquier cosa. Pero para determinadas situaciones personales o de otro tipo, no valía cualquier cosa”, se nos dice. En Villarino, por ejemplo, consumieron durante años gran número de animales no domésticos: erizos, bastardos, gatos monteses, lagartos, tordos, a la vez que los domésticos de consumo general: pollos, gallinas, cerdo, conejo, cordero. Sin embargo, se consumieron también animales cercanos llamémoslos domésticos como el gato de casa. En unos casos y en otros, se trataba de comportamientos nutricionales fuera de lo habitual y muchas veces de lo culturalmente correcto. ¿Por qué? Por hambre, por diversión (reuniones de muchachos consiguiendo lo que fuera para llevarse a la boca en una tarde de fiesta), por comercio (mi padre cambiaba los lagartos por carne de ternera en Fermoselle, pueblo vecino de Zamora. Casi todo el mundo tenía un pincho grandón para cazarlos. Había muchísimos, por todos los caminos se veían. La gente traía ristras de ellos, dice un informante de Villarino), entre otras razones, pensamos.
Subraya López García que para el antropólogo, más que llamar la atención, intriga e inquieta saber cómo la comida, además de satisfacer las necesidades biológicas del cuerpo, satisface necesidades sociales. Prosigue  el autor diciendo que de todas las elecciones de alimentos la carne animal es la que lleva aparejada una carga ideológica mayor, sería la que transita de un modo más desconcertante entre la naturaleza y la cultura. La carne animal puede ser el alimento más deseado y por eso, generalmente, la sociabilidad se mediatiza con carne como ha constatado la experiencia etnográfica (López, 2005). Se interesa López García (2005) por la idea de algunos investigadores (Fischler, E. Leach) hablando de la “distancia óptima” para realizar el acto fágico, definiendo esa distancia como aquella que está entre la lejanía absoluta y la cercanía absoluta. Refiriéndose a E. Leach la conveniencia culinaria se situaría en un punto entre lo lejano y lo cercano; es decir animales intermedios.
Sin comentar estas ideas con nuestros interlocutores de las comarcas salmantinas, en distintos momentos tuvimos la sorpresa de escuchar referencias parecidas de ellos relacionando la ingestión de animales “lejanos”, “intermedios” o “cercanos” según circunstancias sociales, económicas, familiares, etc., estableciendo de forma general la gradación: primero los intermedios (aves de corral, conejos, cerdo, etc.) y después, movidos por situaciones y circunstancias digamos no corrientes ni cotidianas (aunque el hambre en una época sí se hizo cotidiano), los lejanos (rapaces, otras aves, reptiles, etc) y/o los cercanos (gato perro principalmente).
Escribe López García (2005)El concepto de lejanía y cercanía tienen una significación primero topográfica: los animales de la casa no son buenos para comer, por ejemplo, en nuestro contexto cultural, perros y gatos; los del corral sí lo son mejor que ningún otro: gallinas, conejos, ovejas, vacas, cerdos… los de los montes conocidos relativamente, también entrarían en la dieta, pero no los de los montes lejanos, las selvas y otros espacios lejanos. Pero la idea de lejanía o cercanía tienen también una connotación emotiva; así puede ser lejano un animal, que topográficamente no lo es tanto, por sus atributos sagrados o malévolos, por ejemplo la cigüeña, la golondrina, la culebra o la rata. En todo caso, como dice Edmund Leach, la estabilidad en el papel culinario de los animales se consigue con atribuciones de categorías verbales, del tipo: “el perro es amigo del hombre”, de manera que, se entiende, son recíprocamente incomestibles.
Opinamos que también puede servir como razón de los consumos no ordinarios simplemente la costumbre. Las costumbres llevan consigo inercias de actuación y comportamientos trasmitidos socialmente por el simple hecho de ser observados y aprendidos. Si alguien comía lagarto, otros podían intentarlo también y así. En este caso no se necesitaban circunstancias especiales para generar tales comportamientos. Esas costumbres pasaban por encima de las consideraciones de consumir sólo lo intermedio, y hablamos de épocas y momentos normales, sin hambre.
Los rasgos culturales (de “lejanía”) que definían a determinados animales también los hemos escuchado en nuestras reuniones. Sin embargo, dado que la cultura es algo vivo, que se mueve, que cambia, que se enriquece y empobrece, que se rompe y se recrea, también se nos ha hablado de valores de los animales “lejanos”, valores muchas veces más que culinarios, simbólicos, para finalidades específicas que iban más allá de la alimentación para subsistir. Para el caso de la salud, el bienestar era la razón primera que movía a buscar en las tradiciones curativas con animales el más adecuado y se elegía porque era lo habitual, lo aprendido. Ahí no había cortapisas de ningún tipo salvo que el animal tuviese simbolismos asociados opuestos.
En este sentido también se expresa López García diciendo que es evidente que comemos lo que comemos no porque conozcamos las utilidades nutricionales de lo ingerido sino porque valoramos, además de éstas, utilidades sociales y simbólicas. Y porque nuestra situación étnica, de clase o de género “nos obliga”. Por eso la comida debe ser tratada desde el prisma cultural (López, 2005).
Nos dice el autor que comentamos que en Extremadura, como en muchas otras zonas de España, las carencias de alimentos durante el año o años del hambre obligaron a comer animales que no participaban en la cocina regional como el gato, el perro, la cigüeña o el burro. […] Animales que no se comían antes por ser muy cercanos (gato, perro, burro) se comieron entonces y también otros significados por su lejanía sacra, como la cigüeña; o por su lejanía vinculada con el mal, como los ratones o las ratas.
En la localidad de Villarino, en diferentes encuentros con los locales se nos ha comentado el hecho de comer gato en unos tiempos en que no había ni posibilidad ni medios para pasar una tarde-noche de fiesta. De esta manera, lo “cercano” se hacía objetivo por otras razones que las exclusivamente de necesidad. Así constatamos que ciertas circunstancias hacían traspasar las “barreras” de las costumbres cotidianas creando nuevas costumbres (en este caso relacionadas a la vez con el ocio, a la vez con la economía y “posibles-imposibles” de la gente).
Las épocas de crisis, según López García, posibilitan, o generan por necesidad, estos cambios de costumbres. En nuestro caso, siguiendo en Villarino, añadimos al gato un rasgo más que en otros lugares no tenía: podía convertirse en la morada de una bruja o ser una bruja como tal, transfigurada. Eso hacía que mucha gente no viera bien a estos animales por asociación con las brujas que conocían y a las que tenían miedo, odio o rechazo. No obstante, los tiempos pasaron y los cambios momentáneos, las licencias de costumbres como podríamos calificarlos, no cuajaron. El “tabú” o el símbolo de proximidad al humano volvió en Villarino a caracterizar al gato y hoy se puede observar a los felinos felices y contentos andando por las calles del pueblo sin miedo a ser cocinados o sacrificados como manera de acabar con determinada bruja alojada en ellos o transformada en ellos.
López García subraya que los animales que tienen receta culinaria tienen un estatus diferente a los demás. Sigue diciendo que el acceso comestible a un animal lejano por lo sagrado como la cigüeña o la golondrina podía hacerse deshumanizándose el comensal (pérdida del valor social-cultural asociado al animal) o desacralizando el animal (convirtiéndole en animal corriente). Igual con animales con simbolismo de maldad como las ratas, los ratones o las culebras.
Entendemos que, despejada la persona de las trabas simbólicas asociadas, quedaría el animal como tal a libre disposición por si se presentase la necesidad.
Creemos que esos recursos posibles de los humanos funcionaban en momentos sobre todo de hambruna en que había que sobrevivir como fuera. En nuestra opinión, en tiempos relativamente estables consideramos que tales recursos se pusieron en práctica por razones diferentes, tal vez rituales o de otro tipo (costumbristas como hemos dicho más arriba). En las referencias de campo obtenidas en las comarcas visitadas se nos habló de razones de ocio (comer gato en una merienda de jóvenes el domingo por la tarde) o razones de salud (necesitar tal animal o parte de él para atender una alteración del cuerpo u otro problema relacionado con el desequilibrio del bienestar). Algunos informantes nos han referido, sin embargo que ellos comían lagarto o erizo por gusto, por placer más que por necesidad. Sin embargo, bien por razón de leyes de protección, bien por estabilidad de vida de las personas, bien por el qué dirán, abandonaron esas prácticas progresivamente.




En este libro los autores exponen información proveniente de informantes locales sobre la importancia de los animales en sus vidas, en su subsistencia y en su salud y bienestar. Los simbolismos asociados se han ordenado en tres grupos: simbolismos naturalistas, simbolismos de creencias y simbolismos mixtos. En todo caso, el libro es un depósito de saberes populares (en torno al cuidado de la salud con animales), muchos de los cuales se perderán cuando desaparezcan sus poseedores. Resulta imposible registrar todo pero es altamente gratificante recoger parte del legado de nuestros mayores con el fin de que cuando ellos ya no estén, los que queden puedan tener acceso a algunos de los conocimientos que aquéllos atesoraban.




[1] López García, J. 2005. Carne y sangre animal en crisis alimentarias y rituales. En: Los animales, del mito al rito (Centro de Cultura Tradicional Ángel Carril, eds.), pp. 55-83. Diputación de Salamanca, Salamanca.

jueves, 16 de febrero de 2017

UN RECUERDO A FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE Y COMPAÑEROS

Cuántas veces he pensado qué habría hecho Félix siguiendo la línea que se rompió aquel día de marzo de 1980 en Alaska. Con cuántas nuevas aventuras nos habrían sorprendido él y su equipo. Millones de personas (de dentro y fuera de nuestras fronteras) descubrieron "otra dimensión" de los animales visionando sus programas. Félix no sólo trasmitió en ellos conocimientos técnicos e informaciones específicas; también trasmitió amor, dedicación, descubrimiento, respeto, ilusión y un sentido de la existencia. No nos perdíamos ningún episodio de "El hombre y la Tierra", ni una de sus apariciones en la pequeña pantalla. Félix nos dio motivos para soñar sin miedo  viviendo como vivíamos en un mundo lleno de restricciones costumbristas, políticas, económicas, sociales, educativas, filosóficas y religiosas. Félix nos mostró la dimensión del "otro", animal. Esa semilla germinó en un servidor siendo adolescente. Y en una "tierra" personal ya  naturalmente apta y preparada para albergar tales ideas, creció permitiéndome descubrir lo que en ciertas tradiciones llaman "Deva" o "alma motriz" de los seres vivos, especie de "software" directriz de animales y plantas. En algunas culturas opinan que el mundo vivo va más allá de lo que la biología dice dentro de nuestra convención cultural occidental  lógica, racionalista, científica y tecnológica. En determinados grupos humanos el mundo vivo también incluye la llamada por nosotros materia inerte.
Para pueblos originarios mesoamericanos como los mixes o los chatinos, por ejemplo, hay vida también en las cosas, en las rocas, en el suelo, en los ríos, en las montañas. Creo que Félix se aproximó a esa "vida" con otros ojos que los de la cara intentando hacernos ver a nosotros un poco más de lo que los ojos físicos captan. 
Noto algo especial, difícilmente explicable cuando mi mirada se cruza con la de mis amigos caballos, gatos, perros e incluso con la de animales que no forman parte de mi entorno cotidiano. Hay una dimensión  maravillosa y desconocida en los ojos de las especies a las que muchos humanos tildan de "inferiores". Para un servidor simplemente son diferentes. El pueblo mixe no sólo me habló de la "vida" de las rocas o los terrenos sino también de cuestiones de nahualismo poco entendibles desde nuestra convención occidental. Las gentes de esos pueblos ven en los animales una dimensión con la que pueden interactuar más allá de lo estrictamente biológico. El pueblo chatino del Pacífico  habla de la "tona" como el animal asociado a la vida del ser humano. 
Todos estos temas que tratamos dentro de la cultura no distan de nuestras propias concepciones de los animales que, aunque hablemos dentro de la ciencia biológica también forman parte del gran ámbito de la cultura ya que la llamada ciencia es un logro cultural más de un grupo humano en un espacio determinado y en un tiempo también propio.
En mi opinión, Félix percibió lo que hemos llamado con la etiqueta discursiva "Deva" penetrando en un mundo de "percepciones" no sensibles más allá de lo captado por cualquier sistema óptico, incluido  nuestro ojo. Y pienso que ese mundo lo llenó aportándole cosas que no nos llegó a decir porque en aquel momento no las habríamos entendido.
O simplemente amó a todos los seres"creados" tratando de ayudarnos a amarlos nosotros también a través de sus películas, sus palabras y él mismo.
Quedaron muy solas las sierras ibéricas cuando su cotidiano e ilustre visitante no volvió a ellas.
Gracias a Félix y a su equipo por todo.
Mis mejores deseos para él y sus dos compañeros, Teodoro y Alberto "allá" donde se encuentren.

NUEVA ETAPA. UNAS PALABRAS.

NUEVA ETAPA.
La naturaleza se rige por ciclos. El hecho de que los humanos se conduzcan parecido no desentona con el entorno natural y sus leyes. Nuestro blog "Anthropologia mundi" tuvo un nacimiento, un progreso y la llegada a una estación de las ideas en la que descansó por un tiempo a la espera de un posible renacimiento.
En cada ciclo anual, la naturaleza "muere" para nacer otra vez y así una y un millón de veces. La posibilidad en nuestro espacio ha dado paso al hecho y aquí estamos otra vez, iguales pero distintos, manteniendo el hilo original y sumando nuevas líneas de desarrollo de ideas que esperamos gusten a los lectores asiduos, ocasionales y curiosos de todo el mundo porque nos leéis en una gran cantidad de países de todos los continentes. Incluso durante el letargo del invierno creativo, el blog ha sido visitado por miles de lectores. Y es que no es para menos. El vasto contenido de este espacio le proporciona un puesto entre los más visitados dentro de la temática restringida que trata. Ello se debe a vosotros, lectores. Por consiguiente, muchas gracias por habernos seguido y esperamos que sigáis haciéndolo en esta etapa que se inicia. Nada creativo se hace sin el motor de la ilusión en esta vida. Creed que para que nuestro espacio siga teniendo el nivel que tiene pondremos no sólo nuestra ilusión y nuestras ganas; también todo el esfuerzo necesario para no defraudaros.
¿De qué vamos a tratar en esta nueva vida cibernética? De salud, de bienestar, de modos de entender y atender en ambos, de culturas de bienestar y de naturaleza como Madre, Útero y referente básico de lo que somos. Si estamos bien o no lo estamos depende de la Naturaleza con mayúscula, incluyendo los cinco reinos llamados vivos por la ciencia biológica (moneras, protoctistas, hongos, vegetales y animales), la materia llamada inerte (minerales, rocas y sus formaciones grandes y pequeñas), el entorno energético, las sociedades humanas y sus creaciones (la tecnología y el llamado mundo virtual surgidos de la ciencia en la denominada sociedad occidental así como los logros simbólicos y demás pertenencias de culturas tradicionales no científicas). Al decir naturaleza también decimos física (newtoniana y de micropartículas) y creencias (particulares modos de explicar desde otras perspectivas el mundo y las cosas). Promete ser interesante.

PALABRAS PREVIAS.
En un universo de infinitas posibilidades bien puede haber una "línea de realidad" en la que los humanos no diesen el paso hacia el omnivorismo, no convirtiéndose, por tanto, en matadores.
En un universo, o multiverso, de infinitas posibilidades bien puede ser "real" hasta lo imaginado.
En aquella "línea de realidad" el león y el lobo son depredadores porque no pueden hacer otra cosa, pero el humano  eligió, avanzando como especie fitófaga.
En un multiverso de infinitas posibilidades pueden existir "líneas de realidad" en las que el hilo de la vida una en armonía todas las especies; espacios en los que la inteligencia humana no se use para esclavizar a otros humanos  ni a especies no humanas.
En un multiverso de infinitas posibilidades puede existir una "línea de realidad" en la que se controle de manera consciente y constructiva la fuerza nuclear fuerte permitiendo un manejo práctico, seguro y creativo de la materia.
En un multiverso de infinitas posibilidades bien puede ocurrir que un día despertemos y descubramos nuestra "verdadera" naturaleza.
En un multiverso de infinitas posibilidades puede acontecer que todo lo escrito antes y todo lo escrito después carezca de sentido.
En un número de culturas a las que hemos realizado acercamientos comprensivos, nos hemos topado con los símbolos, con imágenes discursivas tratando de "explicar" el mundo y las cosas, con representaciones mentales llevadas a la comunicación por las palabras y otros códigos de expresión e interpretación de la información.
En el presente espacio, pues, ofrecemos información, colecciones de ideas y narraciones de experiencia provenientes de representantes/integrantes de corrientes ideológicas, tradiciones, costumbres y culturas tratando sobre la salud y el bienestar, el contexto natural, los animales, el mundo y las cosas así como sobre el equilibrio inestable en el que parece que todos nos movemos.
No nos corresponde a nosotros, conductores de este espacio, explicar ni valorar nada. Si opinamos, nuestras opiniones serán más información sin ánimo de convertirse en líneas a seguir; tan sólo posibilidades de elección dentro de una variada oferta informativa en la que todo es discurso y palabra, en suma.
La información en este espacio ha de entenderse dentro del contexto antropológico y no del periodístico.
Una advertencia. Los directores creadores del blog no tienen que compartir ynecesariamente las opiniones de quienes aquí se expresan. Dichas opiniones son exclusiva responsabilidad de sus autores. 
Un saludo a todos y, de nuevo, bienvenidos. Gracias por elegirnos.