Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

Etnobotánica y etnoecología (y III)

Espacios buenos, espacios malos.

(Texto e imágenes: A.J. Aparicio M. Prohibida la reproducción sin permiso expreso del autor).

Preguntamos a varias personas del ámbito académico sobre el significado dado por ellas al espacio circundante. Las respuestas fueron parecidas. Las podemos resumir en:
Lo relacionado con el medio físico, tanto natural como social
El medio natural, referido como el entorno paisajístico. Dicha convención (modelo explicativo) es enseñada y aprendida en la escuela.
En cuanto a las creencias, es el Cristianismo (con sus variantes) la reconocida por nuestras personas como mayoritaria en la Sociedad Occidental (SO). Sería la segunda convención a destacar aquí.
Una tercera convención la relacionan con el mundo del arte y la creación (entendemos por tal el marco dentro de la Cultura Occidental en el que se desarrollan: la literatura, el cine, la pintura, etc.).
Una cuarta tocaría el ámbito del pensamiento (ensayo, filosofía, etc.).
No entendemos en este artículo esas referencias como una estandarización del pensamiento y los comportamientos culturales de los occidentales. Vemos las convenciones citadas como carriles y guías de encauzamiento de la expresión de aquéllos. Teniendo en cuenta esas guías podríamos suponer que las narraciones habituales de la relación e interacción con lugares girarían en torno a: lo descriptivo (geografía), lo simbólico-cristiano (creación del mundo por Dios), lo cultural-artístico (líneas de interpretación del espacio tanto académicas como sociales) y lo cultural-filosófico (diversos planteamientos de abordaje y estudio especulativo-teórico).
Las opiniones de miembros de culturas y grupos tradicionales, incluso usando canales expresivo-comprensivos occidentales, difieren de las anteriores. Sus modelos y modos narrativos son también distintos. Algunos discursos de grupos mesoamericanos se parecen a otros de culturas asiáticas (chinas). Las sociedades tradicionales que conozco aún guardan y transmiten viejos contenidos caracterizados por las creencias inmanentes (frente a la visión transcendente, propia de la cultura religiosa cristiana). En esas condiciones, los tradicionales ven vida en todo lo existente. Esa vida, espíritu, alma o como lo llamemos está en todos los seres, tanto en los denominados por nosotros vivos como en los inertes.
No es de extrañar, pues, que te indiquen los lugares por donde puedes pasar y aquellos que debes evitar cuando transitas por las selvas de las montañas oaxaqueñas. Algunos lugares tienen alma buena. Otros, mala. Quien no está dentro de este mundo (social y cultural) sólo ve plantas. Tal visión es válida para él. Lo que los otros ven es distinto. El lugar cultural es el lugar comunicado; y éste es el resultado de la mezcla de herencia narrada, categorías personales, ideas familiares-locales y percepción sensorial.
Existe un síndrome de nosología indígena (alteración relacionada con la cultura) conocido como susto o espanto que los locales oaxaqueños temen. En el origen del problema suelen estar implicados tanto lugares como personas (u otros factores). Dichos lugares son vistos y entendidos como especiales y capaces de capturar el alma del afectado que ha interactuado con ellos. Me narraron varias experiencias de: susto por caída en alberca, susto por el arrastre de la corriente de un río, susto por acción negativa de un lugar concreto a un elemento natural específico. En todos los casos se recoge una sintomatología parecida: al poco del incidente, la persona  pierde el apetito dejando de comer, decae su ánimo, se le inflama el abdomen, tiene posibles náuseas, vértigos y mareos, pérdida de fuerza en el habla, apatía general y otras expresiones de alteración que, si no son atendidas debidamente dentro de la terapéutica tradicional local, evolucionan a problemas graves que pueden llevar a la muerte. Algunos informantes fueron gentes del pueblo y otros titulados universitarios con conocimiento próximo de dicho problema. Para quien quiera conocer más sobre el susto, le remito a mis dos obras: Cultura tradicional de salud y etnomedicina en mesoamérica (en lengua castellana) y Medicina Indígena na Mesoamérica (en lengua portuguesa).
Algunos médicos tradicionales indígenas señalaron la importancia de conocer los hechos de interacción que originaron el problema, así como el lugar y la hora con el fin de elaborar el plan  de ayuda más útil y eficaz.
Las tradiciones (inmanentes) de estos pueblos oaxaqueños  contemplan los espacios físicos y los elementos naturales como entidades a las que se puede llegar desde la sensorialidad pero también desde los sueños (producidos por medios extáticos, por concentración, a través del sueño natural, o por los pensamientos).
Hemos contrastado dos visiones culturales de la naturaleza bien diferenciadas: la biologista occidental y la simbólico-tradicional de determinados pueblos oaxaqueños (mixes, zapotecos, mixtecos, chatinos, mazatecos, etc). Ello nos dice que no existen líneas de progreso iguales para todos los seres humanos. Para nosotros, occidentales, un árbol, un río, un bosque, una estrella, una montaña, etc., son (dentro de nuestras convenciones) elementos físicos que podemos relacionar con la poesía, con la religión cristiana o, simplemente, con la geografía. No son ni buenos ni malos, salvo que esas cualidades-categorías las redefinamos desde la estética, la literatura, la religión, la economía, la filosofía, etc. Para los locales mesoamericanos con los que hablé, los elementos naturales tienen capacidad operativa más allá de lo físico.
Intentar entender eso desde nuestra posición científica es un gran error, ya que estamos contrastando cosmovisiones diferentes (como intentar hacer una mezcla homogénea de agua y aceite). La antropología nos dice que lo más útil y lo más honesto es reconocer cada cosa en su contexto. Es ahí donde los lugares pueden presentarse al entendimiento de maneras diferentes (dependiendo de la cultura proyectada sobre ellos).

Bibliografía:
Aparicio, AJ. 
-2009. Cultura tradicional de salud y etnomedicina en Mesoamérica. Trafford. Alberta (Canadá).
-2010. Medicina Indígena na Mesoamérica. Massangana. Recife (Brasil).



Un árbol concreto, la forma de ese árbol, un sendero, un cruce de caminos, un lugar en el monte, un estanque de agua, etc., pueden ser vistos y entendidos por pueblos tradicionales como buenos/malos  con capacidad y autonomía para interferir en la vida de alguien que entre en contacto con ellos. Esa visión se saca de la tradición local y ancestral de cada pueblo. Es válida en sus contexto y contrasta con otras (como por ejemplo la biologista-científica). Ninguna es verdadera/falsa. Ninguna es mejor/peor. Ambas son auténticas, al menos para los miembros de sus ámbitos de origen.