Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

sábado, 5 de noviembre de 2011

ECOTERAPIA. LA VIVENCIA DEL RÍO (Guadiana, Alcoutim & Sanlúcar de G.).



¿Qué entendemos por ecoterapia?
En principio podemos responder de manera convencional diciendo que se trata de la "curación por el medio". Pero esa definición nos sirve sólo de guía y orientación iniciales. Si queremos precisión, tenemos que conocer el ámbito de comunicación en el que se utiliza y maneja. Dependiendo del entorno comunicativo en el que nos movamos.así tendrá un matiz significativo u otro. Y en todo caso, la traslación significativa de unas culturas a otras pasa siempre por el fenómeno de la interpretación. Desde el biologismo hablaríamos de las acciones beneficiosas del medio circundante sobre el cuerpo y la mente, pudiendo incluso bloquear y revertir procesos de alteración específicos en ambos. Desde un punto de vista más cultural y simbólico (si hablamos de sociedades tradicionales, por ejemplo) el medio puede entenderse como entorno material, entorno "espiritual", mezcla de ambos, etc.; y la "curación" como un hecho de reequilibrio en todos los planos de comprensión del ser humano en esa sociedad: material, mental, espiritual-simbólico, etc. Así, lo que significaría ecoterapia o parecido en un grupo originario mesoamericano, por ejemplo, vendría a ser la consecuencia (favorable) de una dinámica de interacción de la persona individual con su medio natural, social y cultural-simbólico concretos; es decir: lo que en ese grupo entienden por reconducción al bienestar.
Desde la antropología médica o de la salud valoramos todas las definiciones que los miembros de las culturas nos dan. Pensamos que esas explicaciones son válidas para quienes las fabrican, sirviendo incluso a quienes las adoptan.
Si por salud-enfermedad entendemos desde una óptica antropológica estados-hechos de experiencia comunicables (Aparicio, 2009); entonces tenemos necesariamente que dirigir nuestra atención a las interacciones con el mundo físico-biológico, social-comunitario y cultural.
Sensorialidad unida a dinámica mental forman una "máquina" que, a partir de la relación física con el entorno (percepción de información primaria por los sentidos), más el añadido del mundo de imágenes mentales y comunicativas de cada cual, fabrica el "producto" de la experiencia consciente. Las esperiencias, por lo tanto, son individuales no sólo a nivel personal sino también a nivel espacio-temporal (variaciones en distintos momentos de nuestra vida y en distintos lugares). Por ello decimos que son únicas. Sin embargo, se parecen; no sólo en una persona sino en muchas (empezando por las que comparten espacio, tiempo, genes y cultura). Ese es uno de los apoyos en antropología aplicada a la salud a la hora de componer propuestas de solución y ayuda a problemas.
El nacimiento es una experiencia. La vida es una experiencia o suma de experiencias, La muerte es otra experiencia. El bienestar, el malestar, lo que llamamos salud, lo que llamamos enfermedad, también son experiencias; o vivencias si queremos relacionarlo más con la vida. Importantes antropólogos e investigadores como Arthur Kleinmann (1992) o François Laplantine (1992) subrayan la necesidad de escuchar al sufriente. Éste tiene no sólo cosas que decir sobre su mal y dolor. Sus palabras, su relato de experiencia son, o pueden ser, la luz que ilumine el camino del profesional a la hora de fabricar una propuesta de ayuda-solución. Al menos, así estimamos desde una visión y postura antropológicas.
La "enfermedad" como experiencia es el resultado desfavorable de las interacciones de la persona, o de determinadas interacciones, con lo biológico-físico, lo social-comunitario y lo cultural-simbólico. En cualquier problema encontramos en mayor o menor medida esas dimensiones. Si acertamos a precisar el grado de implicación de cada una o la importancia-trascendencia de su relación en la llamada persona enferma, podremos tener una idea desde panorámica hasta más puntual del mal que la aqueja y también de cómo lo vive. En cualquier caso, siempre interpretaremos al verlo y estudiarlo desde fuera, por muy profesionales que seamos y por muy conocedores del método de trabajo indagatorio y "expertos" en fabricar propuestas que seamos. Cuando surge una alteración celular, por ejemplo, que deriva o puede derivar en problemas mayores, la conciencia personal del "enfermo" asistida por informaciones externas (profesionales y/o no) y mediatizada por factores propios (de orden constitucional, nervioso, educativo, emocional, mental y simbólico) fabrica siempre un "doble" comunicativo de él mismo y su circunstancia. Es en esa fabricación, en ese producto creado por uno mismo donde creemos desde la antropología de la salud que puede residir en algunos casos lo que llamamos cura, parte de ella o al menos una ayuda estimable para encaminarse uno mismo hacia la "solución" o mejoría. Por supuesto la ayuda externa también tiene que ver y es importante, sobre todo cuando se integra y forma parte del producto comunicativo (de sí mismo en esa circunstancia) fabricado por el propio sufriente. ¿Cómo explicar este funcionamiento, este mecanismo de acción positiva de naturaleza biocomunicativa? Bruce H. Lipton lo detalla desde su formación y conocimiento de la ciencia biológica y la medicina (convencional) en su obra: "La biología de la creencia". Desde nuestra postura antropológica, resumirendo, diríamos que la dinámica mental (cultural) y nerviosa (soporte corporal) ejercería influencias en primer lugar en el terreno funcional del organismo, capaces incluso de modificar estructuras (dañadas) a través de la constitución bioeléctrica de las mismas.
Por consiguiente, los elementos, categorías culturales-simbóllicas, emociones, etc., que se introduzcan en los procesos de obtención de experiencias, además de la atención sensorial correspondiente, no sólo pueden jugar, juegan, papel importante en los resultados.
Para un número importante de antropólogos estudiando la salud y/o trabajando en ella, así como para expertos de otras ciencias ( de la salud y no de la salud) y personas de a pie a quienes hemos preguntado, la suma de experiencias gratificantes es el mayor y mejor refuerzo del Sistema Defensivo.
En una propuesta antropológica de ayuda al bienestar es necesario diseñar elementos que colaboren a la modificación de las experiencias. En la planificación del proceso interactivo (social, físico, cultural) se necesita idear escenarios sensoriales y culturales capaces de corregir, variar, transformar, cambiar vivencias negativas que incluso con el tiempo puedieran convertirse en peligrosas. La vivencia teatral controlada unida a la experiencia festiva normal supone, junto con vivencias emocionales positivas, el mejor cóctel reequilibrador de todo mal, o uno de los mejores (según extraemos de la experiencia de trabajo así como de las informaciones de quienes lo han vivido).
Hay entornos idílicos según nuestra cultura occidental. Uno de ellos es el del río, lugar de surgimiento de culturas y sociedades a lo largo del mundo y de la historia.
El río ideal incluye una serie de componentes culturales y sensoriales que, localizados en un espacio y en un tiempo (época del año) se convierten por sí mismos en un potente imán del interés de las personas.
Sumergirse en ese ambiente previamente valorado por la persona y reforzado por otros agentes externos aporta elementos que modifican la dinámica nerviosa y ayudan a la obtención en una serie de días de experiencias gratificantes sucesivas.
Lo que sigue ya lo hemos explicado.
Como conclusión, un consejo: en la medida en que nos sea posible ( y aquí no hay estándares sino mundos personales ideales), DISFRUTEMOS de todo lo que podamos encontrar bueno en la vida; y si podemos fabricar escenarios gratificantes cuando la vida no nos los proporciona, pues también.


(Texto e imágenes: A.J. Aparicio Mena. Prohibida su reproducción sin permiso del autor).


Bibliografía:
Aparicio, A.J. 2009. Práctica educativa y salud docente. Un estudio desde la antropología médica. Istas. CCOO. Madrid.
Kleinmann, A. 1994. Patiens and Healers in the context of culture. Oxford University Press.
Laplantine, F. 1992. Anthropologie de la maladie. Payot. Paris.
Lipton, B. 2007. La biología de la creencia. Palmyra. Madrid.