Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

viernes, 26 de abril de 2013

Mesoamérica. Conocimiento local de salud en el medio urbano (tradición mixta). Alimentación tradicional.

Algunos de los componentes naturales de las etnomedicinas mesoamericanas (Dibujo: Álvar Aparicio T.)

Del libro: “Cultura tradicional de salud y etnomedicina en Mesoamérica” (Trafford Publishing, Alberta, Canadá) extraemos el siguiente fragmento referido a los alimentos:
Dedicado a Doña Faustina, con nuestro recuerdo y afecto.
Autor: Alfonso J. Aparicio Mena
CONOCIMIENTO LOCAL DE SALUD EN EL MEDIO URBANO. LA TRADICIÓN MIXTA.
Las observaciones realizadas en el entorno urbano mexicano y oaxaqueño complementaron las explicaciones dadas por los informantes. Los centros de tradiciones terapéuticas mixtas visitados con más frecuencia fueron los mercados. De ellos, destaco el de Sonora.
ALIMENTACIÓN TRADICIONAL. REMEDIOS TRADICIONALES.
"Hablando de tradiciones terapéuticas mesoamericanas, no podemos olvidar un apartado muy importante: el de la alimentación. Los usos y costumbres nutricionales tradicionales están omnipresentes en la sociedad mexicana. Constituyen un tesoro a cuyo conocimiento y exploración han accedido especialistas e interesados desde todos los enfoques, considerando que muchas formas, métodos y procedimientos culinarios en Mesoamérica han pervivido poco transformados.
En las conversaciones con mis interlocutores, sea en las montañas, sea en el medio urbano, aprecié siempre la idea de relación entre alimentación y salud. Para Rogelio Delgado (informante de Xochimilco) algunas tradiciones nutricionales corren el riesgo de perderse ya que, al asociarse a oficios y actividades en vías de desaparición, no se han practicado ni tenido en cuenta en otros contextos. El Sr. Delgado manifiesta alimentarse a la manera local, habiendo aprendido en la familia las recetas y modos de cocinar que habitualmente utiliza. Rogelio me mostró muchos lugares de cocina tradicional. No hablo de restaurantes especializados rescatando las costumbres antiguas; me refiero a mercados tradicionales y populares, puestos en la calle, espacios prácticos y espacios vivos en los que la gente común se detiene a tomar un bocado para reconfortarse del quehacer y del trajín de la vida diaria.
Los mercados son buenos lugares para observar la práctica de una cocina (por decirlo de alguna manera) heredada de los antepasados. Dado que el mercado sigue siendo en Mesoamérica, en opinión de Rogelio Delgado, el espacio tradicional vivo y en movimiento mejor conservado, quienes allí se dedican a ofrecer alimentos, lo hacen siguiendo la costumbre. La gente común en México, según el Sr. Delgado, tenía, y tiene  que moverse mucho todos los días para ganar el sustento. Ello hace que salga de casa temprano, se desplace a sus lugares de trabajo habitual o a otros que le permitan obtener los recursos de supervivencia para la familia. En ese trajín diario, no tiene tiempo, ni dinero, para volver a su casa a comer, o para hacerlo en restaurantes. El puesto ambulante de la calle, o el mostrador del mercado, cumplen esa función. Según Rogelio, en época prehispánica esos puestos atendían las necesidades de los transeúntes. La tradición de la marcha a pie, el acarreo incesante de mercancías, los intercambios entre los pueblos ribereños del Lago de México hacían que la gente consumiera sus energías rápidamente. La reparación alimenticia se organizó alrededor de esa forma de vida: puestos ofreciendo comida y bebida aquí y allá, principalmente en los mercados y espacios de aglomeración (festividades, eventos, ritos, etcétera). El alimento no sólo servía para reparar el cuerpo; también constituía una forma de relación, de comunicación con la naturaleza y con las fuerzas vitales que la animan. Algunos alimentos especiales, como los honguitos, eran la vía de acceso al mundo de más allá de los sentidos[1]. Rogelio Delgado me habló de alimentos de los dioses y alimentos de los hombres. Para los prehispánicos, sus reyes, sus sacerdotes, sus autoridades máximas eran dioses vivos. Otra gente (principalmente los destinados a los sacrificios) podía encarnar temporalmente a un dios, gozando por un breve espacio de tiempo de la vida y manjares de las divinidades. Una parte del alimento, una parte de los productos naturales y de los elaborados, eran exclusivamente para ellos. El hongo del maíz, huitlacoche, era un manjar destinado a esas divinidades. Tuve ocasión de probarlo en tortilla con Rogelio y he de decir que la exquisitez de un sencillo plato como ése merece muy bien el apelativo de: comida de dioses. Los mexicanos tradicionales, tanto en la ciudad como en las áreas rurales, incluyen en el concepto de bienestar, comer como lo hacían los antepasados. Es evidente que el mestizaje cultural ha dado lugar a cambios y adaptaciones de las viejas recetas, enriquecidas/empobrecidas con la aculturación; sobre todo con las incorporaciones de influencias foráneas. En las áreas urbanas se toman muchas variedades de comida venidas de otros lugares del país. Sin embargo, como tuve ocasión de comprobar y de apreciar con la experiencia, cada Estado tiene sus particularidades culinarias. Y, dentro de los Estados mexicanos, unas y otras etnias guardan sus secretos alimenticios. No se come igual en Atizapán de Zaragoza (Estado de México) que en Ayutla (Oaxaca). Y he visto variaciones entre zonas del Distrito Federal y localidades pequeñas próximas como Tepozotlán del Valle. Hablando con Arturo Marín, Rogelio Delgado y José Medina (informantes locales), uno lo hace en el espacio comunicativo de la tradición mixta, entendida como el conjunto de aportaciones y confluencias amerindias e hispanas. Desde el punto de vista estricto de la etnomedicina, explican remedios familiares para resfriados, dolores diversos, malas digestiones, etcétera. En todos ellos se ve la huella del pasado amerindio mezclado con tradiciones castellanas e hispánicas. Sin embargo, hablando de costumbres alimenticias, todos se refieren a las viejas tradiciones indígenas. Razonando lo dicho, llegamos a la conclusión de que en tal o cual plato puede haber influencias foráneas europeas o ajenas también; pero en la mente de los interlocutores figura la idea de que se trata de prácticas y conocimientos autóctonos poco cambiados por los tiempos. Rogelio Delgado opina que debe hacerse lo posible para que se mantengan las costumbres y tradiciones mexicanas. Expresa: Para nosotros, comer un plato de frijoles no debe ser algo elaborado; ni deben de ser así, frijoles machacados. Nos gustan como salieron de la olla; y así nos los comemos. A lo mejor, dentro de nosotros está esa naturaleza de mantener nuestras costumbres. Cuando Rogelio Delgado me cuenta las distintas formas de preparar la flor de calabaza, se remonta a Xochimilco, al mercado de verduras y a los usos aztecas. Para él, a pesar de la utilización de los modernos medios y los electrodomésticos en la cocina, los ingredientes, la preparación y la cultura alrededor de las distintas maneras de hacer ese plato son los mismos que se manejaron entre los prehispánicos del Lago antes de la llegada de los europeos. Para los campesinos que llegan a la ciudad, sea al D.F. o a Oaxaca (centrándome en los centros urbanos que he observado y estudiado), la salud no sólo es una cuestión de adaptación al nuevo medio sino también de poder mantener sus tradiciones alimenticias. No se trata solamente de alimentarse para vivir. Es hacerlo dentro de la tradición del grupo al que se pertenece. La comida une, vincula con el pasado y con la comunidad de referencia. Y es ese hecho el que hace sentirse segura a la gente de las etnias: el respaldo del grupo, el apoyo de las tradiciones, la protección de las costumbres como un manto invisible que ayuda a desear vivir y seguir adelante en un mundo mezclado, difícil para los pobres y alejado del asiento equilibrado de la organización y forma de vida del pasado. En los espacios urbanos, dentro de la cultura mixta, la comida y las formas de alimentarse son también asiento de equilibrio, señas de identidad que hacen sentir una cultura propia. Y ello refuerza el bienestar. La gente es consciente de que, siguiendo sus costumbres culinarias, mantiene su salud. Se dice que las tradiciones familiares, las maneras heredadas de preparar los platos y la comida unen a las personas alrededor de la mesa, suscitan risas y facilitan la interacción. No solamente me lo recalcaron mis informantes sino que tuve ocasión de comprobarlo asistiendo con algunos de ellos a reuniones en las que conocí ciertas delicias de la cocina tradicional mexicana.
En el medio urbano principalmente, la interculturalidad y el avance de la sociedad internacional, de corte occidental, están cambiando el espacio físico, así como también las costumbres de una parte de la sociedad: el porcentaje correspondiente a las clases con más capacidad adquisitiva. Nuevos supermercados, grandes superficies, espacios comerciales a la occidental, tipos de alimentos y formas de comer, importados, se instalan en áreas de asentamiento urbano de negocios internacionales (Santa Fe, en el D.F.). Sin embargo, justo al lado de esos barrios, siguen perviviendo las pequeñas tiendas, las construcciones surgidas de la necesidad, las relaciones sociales propias de los menos pudientes y los alimentos de toda la vida, definidores de un México y de una Mesoamérica diversos, llenos de contrastes y donde, alrededor de la salud, podemos encontrar muchas contradicciones así como concepciones, representaciones e ideas.
Resumiré a continuación algunas de las tradiciones alimenticias de la cultura mixta observadas y experimentadas por un servidor, narradas por los informantes, entendiendo que dichas costumbres no sólo son formas de alimentarse heredadas del pasado sino que se entienden dentro del concepto tradicional de salud y bienestar.
La madre de Rogelio, Doña Faustina, a sus 88 años de edad, después de llevar una vida dura criando a sus hijos, aún cocina con gusto (Doña Faustina ya falleció pero seguimos recordando su sonrisa y su mirada candorosa. Para mantener el hilo del texto, respetamos la narración en presente). Conoce un gran número de platos tradicionales, algunos de ellos transmitidos vía familiar. La flor de calabaza es uno de los más sencillos y apetitosos. Compramos el vegetal en el mercado de Xochimilco. El momento de la compra es muy interesante. Rogelio busca, pregunta precios, observa los productos y la calidad. Finalmente, tras un tira y afloja con el vendedor, se acuerda el precio. Llevamos las flores amarillonaranjas a Doña Faustina quien nos las preparó, explicando el proceso con detalle: Se fríe, se citrona, ajo y cebolla. Se pican las flores de calabaza y se añaden junto con el epazote y un chilito serrano, dependiendo de lo picante que queramos hacerlo.
Comenté a la madre de Rogelio que los mixes usan el epazote también como remedio para la calentura, directamente colocado en la frente. Faustina y la esposa de Rogelio, Irma, me dijeron que a eso ellos le llaman chiqueador, y que no sólo se usa el epazote sino también otras plantas y no plantas como el papel del cigarrillo, directamente pegado en las sienes. Ellas usan chiqueadores de borraja también, tomada ésta a la vez en infusión. Mientras se iba haciendo la flor de calabaza, me relataron más remedios familiares para casos cotidianos. Señaló Rogelio el uso de la Ruda para sacar el aire. Irma habló del boldo, para la vesícula. La manzanilla, para el estómago. Finalmente, cuando la flor de calabaza estuvo lista, la probamos. A mí me pareció deliciosa, natural, sencilla. Doña Faustina asegura que el éxito de los platos tradicionales está en la simplicidad de los ingredientes y de las preparaciones. Un trabajo sencillo en la cocina puede dar lugar a comidas exquisitas. Otro de los preparados tradicionales, en este caso una bebida, es el tepache cuya receta me revelaron los mixes. En México D.F. y Estado se hace de otras maneras. Lo explican Rogelio y su madre: Se lava una piña antes de pelarla. Se le quita la corteza dejándole un poco de carnita. Se ponen las cáscaras en una olla de barro con agua y un kilo de piloncillo (bloque de azúcar de caña). Se ponen unas tres o cuatro pimientas gordas machucadas, unos tres clavitos y canela. Se deja que fermente y se prueba. Dependiendo de lo ácido que resulte al paladar, se puede, o no, añadir más piloncillo. De ahí se obtiene un concentrado. Se cuela y se saca según se vaya a beber. Se le puede añadir agua para rebajarlo. Por ejemplo, con una tacita del concentrado y uno o dos litros de agua, se hace una jarra para tomar en el día. Eso es el “agua de tepache”, leve, suave. Pero a quien le gusta fuerte, añade menos agua, o no añade. La fermentación es alcohólica y su toma puede “marear”. Los mixes no lo suelen rebajar, a pesar de usar pulque. La gente en fiestas toma y a veces se “alegra demasiado”, cosa que vi en Solaga en su fiesta patronal en el verano de 2005. Apunta Rogelio que el consumo del tepache también es una cuestión de familias. En su casa, durante toda la temporada de la piña, se hacía y se bebía. El consumo de atole también es habitual. Se prepara a partir de la masa de molino (para hacer tortillas). Se le pone piloncillo, canela y chocolate. Una vez hirviendo con agua, se le añade desmigada, la masa. Se le cuela y ya está (Faustina). Aclara Rogelio que en el campo se hace un atole simple, de masa. Se va bebiendo y se va mordiendo la piedra de piloncillo. Se llama atole blanco. En Oaxaca lo vi preparar y servir en los mercados. Explica Rogelio: Cuando la gente va al campo, lo toma incluso sin piloncillo. Ese atole es un subproducto de la masa. Cuando tiene sed, toma, se refresca, le aporta un alimento y sigue sus faenas del campo. Hay otros que, con el atole, toman zopes o tortillas con salsa para realizar las duras tareas diarias. Son alimentos muy regionales. Hay otros que en esas duras jornadas de trabajo bajo el sol, para hidratarse y contrarrestar la fatiga y el cansancio del calor y del quehacer, toman aguachile o chileatole. En Oaxaca se llama chile pastor. Y se hace con una jarra de agua más cebolla, chile y cilantro picados. Algunos añaden una pizca de sal. Se mete en un recipiente de barro y se lleva a trabajar. Cuando la faena es larga y están agobiados por el sol, toman esa agua con chile y cebolla, siguen su faena y se sienten refrescados y confortados. Para Rogelio, su esposa y su madre, son maneras de mantener el cuerpo y de cuidar la salud en el campo. Sobre las diferencias regionales en los mismos platos, comidas o bebida, opinan que la variedad de culturas que hay en México hace que cada uno adapte el alimento a los elementos e ingredientes que da su espacio; pero, sea con jugo de maguey, sea con piña, sea con otra fruta, el tepache, por ejemplo, es en todos los lugares una bebida alcohólica fermentada en la que está presente el piloncillo. Y así con otras cosas. Hay influencias e intercambios culturales entre pueblos amerindios desde antes de la llegada de los españoles, opina Rogelio. Para él eso ya es interculturalidad. Dentro de la comida de campo, destaca Rogelio ciertos animalitos, insectos como los jumiles, escarabajos típicos de Puebla; los chapulines y crustáceos como los acoziles (cangrejitos de río).
En cuanto a remedios domésticos, para la tos señala la madre de Rogelio que se puede usar un limón verde partido a la mitad y exprimido. Se hierve la cáscara con flor de buganvilla roja. Se añade canela y el jugo del limón. Es un remedio muy bueno, subraya. Explica Faustina que para males intestinales se toma té de la flor de muerto. También, infusión de estafiate. Expresa Rogelio que, de pequeño, tenía mucho hipo; a veces, durante quince días. Eso le espantó. Alguien indicó a su madre que le hirviera un té de cáscaras de limón y las estrellitas del zapote negro. Con eso se le quitó para siempre el hipo. Faustina señala el valor del pelo de elote (mazorca tierna de maíz) para el hipo. Para los niños a los que se les sale el ano se les pone una lana negra con aceite. ¡Santo remedio!, exclama Faustina, refiriéndose a la experiencia con su hijo. Cuando los niños son chiquitos, para la mollera, algunas personas los voltean y presionan en el paladar, con el fin de nivelar el hundimiento del cráneo. Y tú lo ves que se acomoda y dices, ¿Qué pasó? (Rogelio). Para que el ombligo de los niños no sea saltón, lo ponen un tomatito. Son formas y creencias así, de nuestra familia (Faustina).
Pero en la cultura mixta también se entremezclan en torno a la salud, el mundo sensorial y el no sensorial. Los males, los problemas, incluso los accidentes, no son vistos como meros acontecimientos naturales o circunstanciales. Hay en ellos un componente no visible, perteneciente al terreno de Dios y de las creencias. La gente pide, reza, a la vez que usa remedios. Se piensa que algunos problemas son enviados por Dios. Otros son consecuencia de malas acciones o de mal vivir, castigos del cielo. En ocasiones, también se piensa que son los pensamientos de la gente (aire) o los trabajos de determinadas personas relacionadas con el mundo negro los causantes de enfermedades y desgracias, individuales o familiares. Las envidias, los males quereres y la venganza forman parte de las etiologías tradicionales en el medio urbano.
Según Rogelio, todavía muchos de los usos tradicionales actuales en Mesoamérica, tienen estrecha relación con la cultura prehispánica. El maguey es un símbolo nacional. De él se aprovecha todo. Mi informante me relató con detalle todo lo que se puede hacer con dicha planta, tal y como se hacía entre los pueblos prehispánicos: En primer lugar, la espina puede ser utilizada como arma, envenenándole la punta para cazar. En segundo lugar, de las pencas se pueden extraer unos hilos (henequén) que luego, teñidos con flores naturales directamente, sirven para tejer ropas y para realizar dibujos y grecas. Un tercer producto que se extrae de la penca es la cutícula o piel superficial. Antiguamente se usaba como papel para escribir códices. Otro uso que se le puede dar a la penca es tapar la carne hecha sobre piedras calientes en un hoyo. El jugo que va saliendo de la carne y de las pencas calientes se aprovecha como caldo y consomé. Como remedio para la salud, como medicina, los españoles utilizaban el tallo largo que sale del centro, cuando florece el maguey. Para ellos, dicho tallo tenía propiedades casi mágicas. Lo usaban para todo. Era una panacea. Lo usaban en infusión o lo molían para ponérselo en distintas partes del cuerpo. Otros usos terapéuticos de la planta eran: cortarla en trocitos y frotar, aplicando su jugo a heridas infectadas, a rozaduras y a quemaduras. Es un gran antiséptico y cicatrizante. Hoy día es habitual usarlo así también. Otro subproducto del maguey es el pulque, o bebida sagrada, tomado en época prehispánica únicamente por los dioses, es decir, por los gobernantes, máximos exponentes de la estructura social. Luego se hizo de uso común (Rogelio Delgado). Opina el Sr. Delgado que todos estos usos estaban, y están, rodeados de simbolismo. La vida giraba, y gira en la sociedad tradicional originaria y mixta, alrededor de las divinidades, de las fuerzas que animan la naturaleza, de las ideas asociadas a los elementos naturales de los que se sirve el ser humano. Para Rogelio Delgado, los usos del maguey, tienen sentido y validez dentro de la tradición. Es algo más que una planta o un producto. Es una planta tradicional cuya imagen está anclada en la cultura, relacionada con aspectos de ideas y símbolos.
Existen creencias fuertemente arraigadas en el pueblo, originarias, mezcladas, complementarias. Alrededor de una planta como el maguey o relacionadas con aspectos espirituales, forman parte de la cultura y de la vida cotidiana en Mesoamérica. La gente, en Coyoacán y Xochimilco (D.F.), acude al Niño Pa cuando tiene que pedir por la salud de alguien o simplemente para obtener la bendición divina y con ella el bienestar. Es una manera de prevenir el infortunio, la enfermedad y la desgracia. Irma, Faustina y Rogelio me informaron sobre esta creencia y práctica. El Niño Pa[2] es un niño Dios, un santo muy milagroso de la iglesia de San Bernardino. Todos los días lo sacan y visita los hogares (Irma). Dicen las señoras que le cambian la ropa que el niño no es de allí de Xochimilco, que venía de Puebla o de no sé dónde (Faustina). Venía en peregrinación y, como les gustó, pues lo adoptaron (Rogelio)...Entonces, date cuenta que yo me apunto para que me lo traigan. Uy, ahora creo que tiene casas hasta el año treinta. A la casa que llega, tienes que dar de comer a todos los que se acerquen. Mucha gente hace un ahorro de años para el momento: comida, música, de todo (Irma). Si tú pides que venga aquí, tienes que tener tu casa abierta, y toda la gente que venga, tiene que comer su torta, café, etcétera. Ahora hay comunidades que lo adoptan y asignan una casa. Así, se reparten gastos. La gente que llega le deja (al niño) una limosna. Todos los días le cambian de ropa (Rogelio). Y, según dicen, se ensucia, y lo tienen que bañar y cambiar. También le llevan juguetes (Irma). Con todo eso, dicen que juega por las noches. Luego, los juguetes los rifan y sirven para que se regalen a niños que no tienen de las comunidades. La gente lo reza, ves un gran fervor (Irma). Cuentan que el Niño Pa ha hecho, y hace constantemente, milagros: ha librado a gentes de enfermedades, ha alejado el infortunio de personas y familias. Se le reconoce capaz de intervenir en la realidad ordinaria (tridimensional). Se llega a él a través del rezo y cumple una función muy característica de la sociedad prehispánica: une a la comunidad. En México, y en Mesoamérica, los fenómenos religiosos tienen un marcado carácter social. El milagro no sólo alcanza a quien está enfermo sino que, por su ejemplo, se extiende y afecta también a otros, reforzando la fe comunitaria. En todas las conversaciones que tuve con personas mayores, como la madre de Rogelio Delgado, aprecié que, antes que, o a la vez que, los remedios de la botica o herbolarios existen recursos a nivel de creencias cuya repercusión sobre el mundo cotidiano puede modificar la realidad e influir en diferentes grados. La familia de Rogelio, los padres de su esposa (personas de más de 90 años), la familia de José Medina o de Arturo Marín, hablan de esa conexión permanente con lo heredado de los ancestros, con lo tradicional. Pasado, presente, creencias, costumbres, familia, entorno natural, comunidad, normas, trabajo, forman un círculo en el que las personas, sobre todo mayores, se sitúan, teniendo en cuenta todos los elementos que lo forman. Me he dado cuenta de que esto no se da de igual manera entre los más jóvenes, influidos por la sociedad internacional, formados en la cultura global de corte occidental. Para Rogelio Delgado, la sociedad mexicana está cambiando a pasos agigantados. Los jóvenes se van alejando de la tradición. Muchas cosas se perderán si no se educa a las nuevas generaciones para mantenerlas, piensa.
En el medio urbano, salud es poder trabajar para ganar el sustento, encontrarse y reunirse la familia para festejar algo, ver que los hijos van creciendo sanos, no tener problemas con la autoridad o con otras personas, andar seguro por las calles, no tener accidente con el coche, tener qué comer, vivir según las tradiciones de la familia. En la tradición mixta, el apoyo básico, el asiento de seguridad de la etnia, los da la familia, entendida en sentido extenso (padres, hijos, abuelos, tíos, primos, primos segundos, etcétera). La enfermedad sobreviene, según el pensamiento tradicional mixto, cuando se rompe el equilibrio, no sólo de la persona sino también del ambiente que la rodea. Salud y enfermedad se relacionan con: la vida de la persona, el trabajo, los gérmenes, los accidentes, otras personas y sus influencias, las tradiciones y costumbres, el mayor o menor apego a las creencias, la eficacia de las oraciones, la posición social, las posibilidades económicas, etcétera. Los trastornos más comunes, según las referencias de mis informantes y otros, en el medio urbano se relacionan, por una parte, con las posibilidades y el tipo de vida (trabajo, dinero, alimentación...); por otra, con aspectos intangibles de la realidad (en sentido amplio), sean religiosos, sean no religiosos. Los males gastrointestinales son muy frecuentes. También, los problemas articulares; y otros como el susto, el decaimiento físico y espiritual. Hay problemas derivados del estilo de vida: alcoholismo, accidentes, enfrentamientos y riesgo. La gente tradicional en el medio urbano acude, tanto a la medicina oficial como a la popular. Existen multitud de remedios para uso cotidiano trasmitidos por las familias, como hemos visto en casa de Rogelio Delgado. Hay, pues, un desarrollo terapéutico tradicional en el medio urbano en el seno de las familias; aunque, en opinión de mis informantes estos conocimientos se están perdiendo. Se usan hierbas y plantas simples así como fórmulas. También, procedimientos manuales sencillos como la sobada para el empacho. Se ayuda con la colocación de velas en la iglesia y con las peticiones y oraciones a Dios, a la Virgen, a Cristo o a los Santos. Los alimentos pueden usarse, y de hecho se usan, como medios correctores en infinidad de casos. Mejor, cuando son los tradicionales. Para la generación de Rogelio Delgado, José Medina y Arturo Marín (alrededor de 57 años) es necesario que las familias se esfuercen por conservar y trasmitir las costumbres de los abuelos si se quiere mantener el patrimonio cultural. Opinan que no está reñido el progreso y la formación científica con el conocimiento y el uso de costumbres antiguas. Valoran los símbolos familiares y locales (tradicionales) no sólo por la eficacia y por el “poder” práctico (ayuda) sino por constituir una seña de identidad de todos los mesoamericanos.


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[1] Sirviendo, tanto para paliar el hambre como para proporcionar conocimiento o mostrar caminos de actuación.

[2] Niño Pa, Niño Pah, Niñopa o Niñopá, son las formas de llamarlo en la  zona de Coyoacán y Xochimilco. Se refieren a: Niño Padre.

lunes, 8 de abril de 2013

Personas y experiencias VIII/People and Experiences. Entrevista al Profesor Ángel B. Espina Barrio.

Historias de vida, encuentros, entrevistas, opiniones)

Por: A. J. Aparicio Mena.

(Queda prohibida la reproducción total o parcial de texto y fotos sin el consentimiento del Blog).


Éste es un espacio de entrevistas, relatos/referencias de experiencia, historias de vida y comunicaciones en torno a la vivencia/las vivencias del bienestar, entendido como un contexto experiencial amplio capaz de tomar formas muy diversas en/a través de la comunicación. Una de esas formas nos la trae nuestro nuevo invitado a través de la entrevista que más abajo reproducimos.

UNAS BREVES PALABRAS PARA PRESENTAR A NUESTRO ENTREVISTADO, el Profesor Ángel B. Espina Barrio (Universidad de Salamanca)

El Dr. Espina es Profesor Titular de Antropología social., Dpto. de Psicología social y Antropología, Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Salamanca (Castilla y León, España). Fue Coordinador del Doctorado de Antropología de Iberoamérica y es en la actualidad Director del Máster de Antropología de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca ( http://campus.usal.es/~iiacyl/MAI/
). Autor de un gran número de artículos y trabajos de investigación, organizador de congresos, ponente y conferenciante por todo el mundo, destacamos dos de sus obras: "Manual de Antropología Cultural" y "Freud y Levi-Strauss: Influencias, aportaciones e insuficiencias de las antropologías dinámica y estructural"

Además de sus dotes intelectuales e investigativas, el Profesor Espina es un excelente enseñante cuyas capacidades didácticas han ayudado y encaminado a muchos de sus alumnos, entre los que me incluyo, por la senda de la búsqueda antropológica a lo largo y ancho de las experiencias humanas. Mostramos aquí una breve entrevista cuyo tema podríamos titular:

SOCIEDAD, EQUILIBRIO Y FUTURO.

(P)Por su experiencia como docente e investigador en antropología, ¿Considera esa ciencia capaz de aportar soluciones, sola o articulada con otras, a la situación de desequilibrio que padece nuestra sociedad europea en general y española en particular?

-La Antropología en su vertiente aplicada, especialmente en las especialidades de Antropología política y económica, pero también en su aplicación al estudio de las familias, la cooperación, la emigración, etc., puede proponer análisis reposados e inteligentes soluciones para llevar a cabo la ineludible tarea de modificar las bases y normas de nuestra convivencia colectiva, sobre unas bases subculturales nuevas, alejadas del autoritarismo, la desigualdad y la corrupción. Para ello la antropología cuenta con las aportaciones de la psicología, sociología, historia, filosofía, etc., ayuntando estas visiones con una perspectiva más comprehensiva que le es propia.

(P)Como psicólogo y antropólogo ¿Cómo calificaría el "mal" que afecta a quienes, sin tener responsabilidad directa-indirecta en tal situación lo sufren más que los "responsables"; dichos éstos por las gentes de nuestro alrededor: políticos, especuladores, controladores de las altas finanzas, etc?

-Las sociedades en conjunto creo que no tienen enfermedades mentales, pero sí es cierto que en determinados momentos el ambiente social que se crea, mal planificado, puede ser generador en los individuos (en un amplio sector de los individuos) de específicos trastornos psicológicos. En nuestra sociedad actual y dado el estrés generado en los que no tienen trabajo y en los que temen perderlo, o que estan en situciones de exceso de trabajo, y la falta de perspectivas futuras, creo que el mal mas generalizado es la ansiedad y la consiguiente depresión.

(P)¿Qué opina del futuro y de la vida de sociedades, culturas y tradiciones minoritarias ante el avance de la llamada sociedad global ?

-Creo que pese a su retroceso evidente siempre guardarán una importancia en el futuro pues precisamente las reformas de las que estamos careciendo, tendrían que ir en el sentido de recuperar muchas costumbres "antiguas", pautas tradicionales, y poner freno a la globalización en los aspectos negativos que conlleva (excesivo consumismo, falta de intimidad, de identidad, desarraigo, etc.). Todo ello sin caer en posturas inmovilistas, fundamentalistas, nacionalistas, etc.

(P)En relación con la salud y el bienestar, ¿Cree que hay "soluciones" dentro de las culturas y grupos originarios no occidentales-tecnológicos-científicos que puedan ayudarnos a vivir una existencia más tranquila y sosegada?


-Absolutamente. Las culturas tradicionales han acumulado durante siglos adaptaciones del hombre a la naturaleza y enseñanzas sobre las relaciones de los hombres entre sí, y también en relación con el cuerpo y las enfermedades físicas o psicológicas. También a veces contienen pautas irracionales o negativas que deben ponerse en evidencia y superarse, pero en gran medida pienso que contienen normas conductuales sanas, naturales y muy adaptativas a su contexto particular.

(P)¿Cree, como opinan muchos, que los gobiernos de los países poderosos y otros están "dominados" por los "clanes" que controlan la energía (compañías eléctricas, petroleras, etc.)?

-Sin caer en teorías "conspirativas", que siempre pueden tener un componente paranoide, lo que sí parece claro es que gran parte de la riqueza mundial está bajo el dominio de muy pocas personas e instituciones. Esto no es nada positivo pues muchas de las medidas macroeconómicas que se están proponiendo tienen como principal objetivo mantener esa situación de privilegio de unos pocos, incluso aumentarla, y garantizar sus réditos y prebendas, logrados mediante posiciones dominantes y usura; y no la finalidad que deberían de tener que es la de atender lo más igualitariamente posible a las personas de cualquier país según sus necesidades, trabajo y esfuerzo.

(P)¿Qué opina del progreso dentro de lo que llaman desarrollo sostenible?, ¿Cree que podría ser una forma de "cura" sana de los males y tristezas que asolan a las gentes en nuestra sociedad, según otros, acosada por los dueños del dinero?

-Sí, el desarrollo debe ser sotenible o finalmente no es desarrollo. Ya vemos a lo que lleva un desarrollo basado en premisas falsas, en huidas hacia adelante y en un incremento ficticio de los precios, basándose en especulación. Al final todo eso viene a ser una gran estafa piramidal, que se cae como un castillo de naipes. El desarrollo tiene que tener bases sólidas, partiendo de lo que se tiene y del buen trabajo que se puede realizar, y cuidando mucho con denuncias y persecución colectiva la ingerencia de especuladores, corruptos y derrochadores, sean estos políticos, banqueros o empresarios. Todos los sectores sociales son necesarios pero ningún sector debe tener el poder (al menos de forma total) facilitándose al control de unos sobre otros, que es la esencia de una democracia con mayúsculas, que todavía tenemos que conquistar.

(P)Muchas gracias por sus aportaciones.