Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

viernes, 14 de diciembre de 2012

LA VIVENCIA DEL BONSÁI (Etnobotánica: Bonsái y bienestar, II)

Por: A. J. Aparicio Mena (Texto y fotos)

(Prohibida su reproducción)


1. La Gran Naturaleza.
Un bosque en la gran naturaleza viene a ser un "ente" formado por partes físicas interrelacionadas (soportes arbóreos, según una óptica biologista); y por partes "culturales" (directamente ligadas a tradiciones de grupos humanos diversos).
En un bosque los árboles más débiles, más alejados del agua y/o del sol se pueden ver compensados a través de una red radicular general. Las raíces están más/menos contactadas según la densidad del monte, la especie de que se trate, el tipo de suelo, la ubicación del conjunto y otras características. Las conexiones radiculares posibilitan incluso la supervivencia de ejemplares desfavorecidos por deficiencias nutricionales. La humedad "se comparte", los micronutrientes del suelo se distribuyen de forma "compensatoria". En el bosque se da una especie de "mutualismo" que se aproxima a las interrelaciones del ecosistema de una gran unidad vital, "un sólo individuo" que a veces "toma decisiones" duras como por ejemplo cortar la vida a un elemento cuyo mantenimiento "cuesta mucha energía" y/o puede poner en peligro a otros o al bosque entero. Abedules y carpes, por ejemplo, en sí mismos suelen eliminarse ramas y partes "personales" en favor de caminos de savia que posibilitan una más fácil alimentación y crecimiento de otras ramas y partes. La red radicular más/menos general también permite el tránsito de substancias diversas beneficiosas/perjudiciales para la salud de la "colonia". Así, una infección puntual podría extenderse por esa vía a un número importante de individuos. De igual manera, una reacción curativa podría llegar a partes y elementos con pocas posibilidades de supervivencia individual. 




En culturas de base no científica-biologista se dan otras maneras de ver y explicar el mundo y las cosas. La visión del bosque, por ejemplo, entre las etnias de la montaña oaxaqueña es diferente. Tanto el monte o selva como los árboles individualmente son considerados seres atravesados por las mismas "esencias vitales" que atraviesan personas, animales, hongos, vegetales y minerales. Por ello se les consulta, se les habla, se les pide permiso y perdón cuando hay que cortarlos. Se les agradece a la vez aquello que ofrecen. El pensamiento inmanente en las culturas oaxaqueñas difiere poco del de otras culturas tradicionales que hemos estudiado (asiáticas, siberianas, norafricanas). En pueblos como el mixe, el zapoteco o el mixteco (Mesoamérica), se entienden relaciones no físicas entre los elementos del bosque que llegan incluso a animales, hongos, minerales, espacios y personas afectando a cada uno de una manera, según se explica en las tradiciones y creencias de esos grupos. Las "partes simbólicas" constituyentes de los miembros de dichos pueblos interactúan con las homólogas del bosque. De esa relación pueden venir beneficios (caso de María Sabina con los hongos  o nanacates -Psylocibe-) o desgracias como el "susto" (denominado en la cultura occidental: ENI -enfermedad de nosología indígena o cultural-; es decir, una alteración compleja de la persona de ese grupo cuyo eje es cultural y se sitúa en la conciencia de agresión por diversas causas, a veces interrelacionadas y que tienen que ver con el medio de interacción (sensorial o cultural): tránsito por ciertas partes del bosque u otros lugares, espacios de agua quieta, personas, fenómenos meteorológicos, etc. Digamos que el medio no clava una rama o mueve deliberadamente un arbusto (como nosotros lo pensamos) para hacer caer al caminante. En nuestro discurso traduciríamos que hay una "acción no material" por parte del lugar a la persona que le ocasionaría daños a nivel simbólico y a nivel físico-biológico pudiendo  llegar incluso a la muerte. En nuestro estudio mesoamericano observamos casos de susto, comprobando cuadros de "manual" (por decirlo de alguna manera). Tenemos referencias específicas de informantes locales que llegaron a estar muy enfermos por este tipo de susto  y que solamente se curaron siguiendo las propuestas de sus etnomédicos. Los lectores pueden obtener más información en las siguientes obras: "Cultura tradicional de salud y etnomedicina en Mesoamérica" (Aparicio, 2009. Trafford, Alberta), "La Limpia en las etnomedicinas mesoamericanas" (Aparicio & Di Ludovico, 2012. EAE) y "Medicina Indigena na Mesoamerica" (Aparicio, 2011. Editora Massangana. Recife).



2. La Pequeña Naturaleza (bonsái).
Parte de lo escrito al principio lo hemos constatado directamente a lo largo de 25 años de práctica bonsái. Desde un punto de vista experimental el bonsái es una especie de laboratorio de pruebas y ensayos (respetando al máximo las plantas; es decir, sin realizar pruebas extremas y/o vejatorias) a partir de los cuales hemos visto cosas y obtenido conclusiones que, por un lado nos han permitido conocer mejor la naturaleza en general sin tener en cuenta el tamaño, sus "comportamientos" y relaciones; y por otra parte nos han enseñado que las condiciones de vida singular de un bonsái le hacen "comportarse" de manera contraria a como se comportan sus hermanos grandes del campo en determinadas circunstancias. Esas contradicciones constatadas y constatables también nos han enseñado que los árboles como "seres vivos" (convención biologista) tienen modos variados de "comunicarse" así como comportamientos adaptativos rayando lo "inteligente" (hablamos siempre desde la convención occidental biologista). 

A) Hemos visto que los componentes de un bosque en bandeja terminan siendo una unidad absoluta cumpliéndose en ellos y en el conjunto  lo dicho al principio del artículo debido a la intrincada y fusionada red radicular que terminan formando (al consumir literalmente la tierra sobre la que se erigen).
B) En relación con lo simbólico, dependiendo de la mayor/menor asimilación de la información asociada original (asiática, tradicional) o de asociaciones interculturales-personales, el cultivador-creador-practicante de bonsái (en este caso nosotros, europeos) expresa, refiere y comunica vivencias y experiencias variadas y originales a través de un discurso especial resultado de las interacciones con tales plantas. Esto quiere decir que hay bonsaístas que relatan relaciones muy satisfactorias con el bonsái y su práctica llegando la satisfacción a contribuir beneficiosamente en el campo de su salud-bienestar-equilibrio:
- A mí el bonsái me relaja del trabajo, del estrés, de las preocupaciones (J.A.).
- El bonsái me enganchó hace mucho tiempo y solo mirar el árbol que acabo de arreglar me produce gran placer. Me merece la pena (A.).
- Yo sentí hace mucho tiempo que cuando me ponía a arreglar uno me relajaba inmediatamente, se me iba la ansiedad y me tranquilizaba. Ahora ya no percibo ese cambio cuando me pongo a trabajarlos, pero es porque ya no tengo tanta ansiedad. Creo que en parte se debe a los bonsáis. Algo ocurre en mi mente y en mi sistema nervioso. Mis emociones se suavizan; mi cuerpo también. Tal vez soy yo el que se crea ese estado de bienestar a partir del estímulo gratificante de la práctica bonsái. En cualquier caso, gracias al bonsái por lo que le toca. (A.).
- Para mí el bonsái es algo placentero, como observar las flores y disfrutar de ellas. Me evoca momentos y lugares. Al estar tan cerca de él desde hace muchos años lo veo integrado en mi vida, como algo normal. Me relaja y me satisface (M.J.).
Podríamos comunicar un sin fin de referencias de aficionados y practicantes. A algunos les ha ayudado a soportar cargas de dolor físico y moral. A otros les ha ayudado a conocer la gran naturaleza, y a disfrutar de  ella. Algunos adolescentes señalan que el conocimiento del bonsái les ha ayudado a organizarse mejor y a desarrollar una sensibilidad mayor y un respeto a la naturaleza, a los árboles, a los bosques y a sus semejantes humanos (de los chicos).
La verdad es que impresiona situarse frente a un bosque en miniatura, comprobando características semejantes a las de un macroespacio. Se producen en la mente "movimientos" de acomodación al espacio contemplado. Como occidentales podemos decir que no es fácil de explicar pero sí de sentir. Se siente una especie de "vértigo", algo placentero y desconocido, como el desplazamiento de una parte de uno mismo a través de un túnel en embudo. La conciencia se expande y se contrae fruto de "choques" de estándares de medida archivados en nuestra mente y de informaciones asociadas de tipo científico-experimental con otras de tipo onírico-imaginativo. Es agradable, mareante y ligeramente perturbador, parecido a la visión de los escenarios de "Alicia en el país de las maravillas"; una pequeña "alteración" de conciencia a través de una interacción sensorial-cultural. 



3. Conclusión.
No podemos unir exclusivamente a aprendizajes técnicos y al desarrollo de habilidades de cultivo el valor  de la experiencia del bonsái. Algunos nos dicen que sus bonsáis les "responden" con el esplendor de su forma dentro del diálogo de acción-reacción (trabajo, cuidados y resultados) y que es esa respuesta del árbol la que subyuga, engancha, satisface y obliga a ser cuidadoso, a respetar, a "escuchar" el árbol antes de hacerle nada. Hay quienes opinan desde fuera que a los árboles se les priva de "libertad" de movimiento condicionando su natural expresión. Es también etnobotánica, opiniones que se refieren a la naturaleza desde una concepción específica de ella, de su orden y de su desarrollo y apariencia. Aquí no juzgamos; mostramos aquello que obtenemos del trabajo de campo y de la experiencia personal.
Nuestros informantes-practicantes señalan que no se cumple lo de "privación de libertad" cuando previamente se observa, se estudia y se ayuda a "expresarse" al árbol para que luzca lo mejor de sí mismo. Dicen que es imprescindible aprender a "escuchar" al árbol y que si el trabajo es bueno, el árbol "da las gracias" con su aspecto.
La habilidad técnica, el saber y la creatividad fusionados con lo que "quiere" el bonsái hacen el resto. Se obtienen obras únicas que contienen naturaleza y cultura expresando también de manera unida (como ocurre con la red radicular) el "alma" del creador-cultivador y el "alma" del árbol. Para algunos, el bonsái es un retrato vivo del creador y del árbol, algo que reordena la masa cuántica del contemplador; sobre todo del contemplador que conoce las claves de observación para apreciar en el objeto los previos culturales (estéticos) que posee. Es evidente que esto es convencional. Aquí nos referimos a los principios estéticos asiáticos, japoneses y chinos. En lo que pudiéramos llamar "bonsái intercultural" (evolución de la cultura asociada originaria en contacto con culturas no asiáticas) se pueden dar otros conceptos y otros principios estéticos relativamente diferentes de los originarios japoneses. En todo caso nos dicen que esa experiencia "cura". 
Este bello simbolismo se acerca a los simbolismos originales japoneses y chinos y es un importante objeto de interés antropológico.