Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

domingo, 29 de enero de 2012

MOTEROS, DIVERSIÓN Y BIENESTAR (apunte antropológico)/ Bikers, amusement and welfare.

Texto y fotos: A.J. Aparicio



I
La antropología del bienestar indaga en todos los campos, contextos y circunstancias que relacionan personas y bienestar  (entendido éste en sentido amplio). A veces, esos campos son ámbitos familiares; otros, laborales; y, en ocasiones, lúdicos. El mundo de la moto es uno de ellos, convertido para muchos en pasión. Tal pasión puede llevar a algunos a hacer de ese mundo (en una de sus diferentes expresiones e interpretaciones) su modo de vida. Es el caso de los corredores profesionales o el de quienes se dedican a las acrobacias. En la última concentración motera a la que asistí (la célebre Pingüinos) observé incluso vivir esa pasión en alguien con discapacidad, miembro de un grupo de exhibición de acrobacias.

II
El mundo de las motos es diverso. Los grupos que en él se incluyen son variados: desde quienes hacen moto de campo en sus distintas modalidades hasta quienes circulan por carretera; subdivididos a su vez en custom-chopper y motos deportivas o de carretera exclusivamente. También están los scooter, más urbanos. Algunas películas famosas relatan historias relacionadas con esos grupos:
Quadrophenia, film inglés de 1979 basado en la ópera rock (del mismo nombre) de 1973 de The Who, narra una historia ambientada en los años 60 londinenses. Se trata de los enfrentamientos entre el grupo de los mods (jóvenes vestidos elegantemente cuyas motos son scooters, vespas y lambrettas) y el de los rockers, jóvenes ataviados con cazadoras de cuero y montando máquinas voluminosas y potentes. En Easy Rider (USA-1969, con Peter Fonda, Dennis Hooper  y Jack Nicholson), unos jóvenes que se dirigen al carnaval del Mardi Gras, se topan con una serie de circunstancias y viven determinadas peripecias que nos muestran una cara de la sociedad estadounidense de la época. The Wild One (“Salvaje”), rodada en 1953 y dirigida por László Benedek tiene como protagonista a un joven inconformista (protagonizado por Marlon Brando) que lidera una banda de moteros descontentos con el Sistema.
Otras películas conocidas son:  Motorcycle gang (Pandilla de motoristas), USA-1957, con Raymond Hatton y John Ashley; The Great Escape (La gran evasión), USA- 1963 con Steve Moqueen,  James Garner, Charles Bronson y James Coburn; The Wild Angels (Los Angeles del infierno), USA- 1966 con Peter Fonda, Nancy Sinatra, Bruce Dern; y muchas más.

III
Existen rasgos culturales que definen a usos y a otros: la indumentaria, el tipo de máquina, la preparación y decoración de la misma, los simbolismos asociados que llegan a hacer de las experiencias con la moto vivencias especiales calificadas como buenas por nuestros informantes. Hay quien traslada ese mundo particular a su vida cotidiana, fuera de la moto (estética de ropa, actitud, etc.). Lo que fue en un principio un medio de transporte pronto se convirtió en un centro de interés lúdico para muchos. La pasión, según nos cuenta Rácer, nace, raras veces se hace; y continúa: nace cuando ves a tu padre subir a la moto o cuando alguien te da una vuelta. Nace cuando tus amigos se compran moto y te traspasan el gusanillo. Nace cuando ves las carreras por televisión o cuando tu amigo te deja dar un paseo. En el custom suele nacer cuando con cierta edad hay gente que volver a tener experiencias más vivas retornando al ambiente de diversión del grupo de amigos a través de las escapadas del sábado o las fiestas de las concentraciones. En sus orígenes lo que hoy llamamos custom no fue así. Se trató de un hecho de rebeldía y liberación de los lazos rígidos de la sociedad. Hay viejas películas que cuentan historias de ésas. El film más cercano a lo que hoy podemos encontrar en el mundo del custom es el de John Travolta, Martin Lawrence y Tim Allen: “Cerdos salvajes”. En él, un grupo de amigos moteros de mediana edad deciden salirse de la gris rutina cotidiana, con el permiso de sus mujeres claro, para buscar aventuras en un viaje que les lleva a experiencias más bien graciosas.

IV
El antropólogo francés David Le Breton señala que a través de los sentidos el ser humano se ve atravesado por el mundo. “El mundo es la emanación de un cuerpo que entra dentro de él (del ser humano). Un vaivén se instaura entre sensación de las cosas y sensación de sí. Antes del pensamiento están los sentidos” (Le Breton, 2006-13).
Las experiencias con las motos son de exquisita y extrema sensorialidad. A veces, ni siquiera cabe el pensamiento. El motero se llena de mundo y de todo lo que le rodea cuando avanza con su máquina a través del aire sobre el asfalto o sobre los caminos polvorientos (Rácer). Para quienes disfrutan de las motos, las experiencias con el medio cuentan mucho. En el mundo del custom las concentraciones suelen ser la expresión máxima de esas vivencias. Se valora y disfruta lo que se ve (personas, máquinas, entorno creado por la Organización, entorno dinámico creado espontáneamente por los asistentes), lo que se oye (voces humanas, bullicio, risas, narraciones de historias y vivencias, música, sonido de las máquinas), lo que se huele (comida, ambiente, gasolina incluso), lo que se saborea (cervezas, comida, bebidas), lo que se toca (superficies frías y cromadas de las motos, etc.). Acompañando y complementando la sensorialidad tenemos el simbolismo, o los simbolismos (cultura y tradiciones del custom que luego se particularizan en cada uno). En el contexto custom-chopper, fruto de las interacciones moteras están las experiencias, teñidas de colores y matices simbólicos muy variados. Las vivencias finales son, o suelen ser, gratificantes. Se viven unos días intensamente (Rácer). Los aficionados comentan que las concentraciones reúnen motos y personas alrededor de una afición común y que eso les hace disfrutar más. Durante ese fin de semana se dejan aparcadas las preocupaciones y las penas de la vida cotidiana (Rácer). Por un breve tiempo los moteros lucen sus “hierros” con orgullo, paseándose en compañía de otros por el lugar y alrededores desfilando en grupo o haciendo escapadas en solitario. Se trasnocha y se vive una circunstancia que recarga el interior, pese al frío, el calor, el cansancio físico, la afonía y la resaca. La experiencia de la concentración es física, humana y cultural. Lo social cuenta mucho. Es momento de encuentros y reencuentros. Es momento de compartir y conocer gente. La camaradería suele reinar y en ese paréntesis desaparece una parte de la presión que el trabajo, la coyuntura económica y otros elementos y factores de la vida cotidiana ejercen sobre nosotros. En ninguna concentración he visto peleas o malos gestos (Rosa, hija de motero, hermana de motero y aficionada). La vivencia de la moto disminuye la tensión existencial, a juicio de los aficionados.

V
Es cierto que en el mundo de la moto también hay accidentes, muertes y situaciones de dolor achacables a negligencias de algunos conductores o a circunstancias fortuitas. Es necesario que todos respeten las normas de la carretera. Nadie debe poner en peligro a otros. Pero a pesar de lo potencialmente peligroso que resulta andar en moto, la afición no baja. Nada impide que los aficionados se sigan reuniendo, ni siquiera la crisis económica internacional. Se hacen concentraciones más modestas, pero se hacen. De las informaciones obtenidas sobre el terreno y de nuestras propias observaciones podemos decir que las experiencias de/con las motos elevan, o pueden elevar, lo gratificante a grado de “terapéutico”. Los estímulos provenientes de las interacciones y experiencias moteras pueden producir compuestos químicos en el cuerpo actuando positivamente en los centros nerviosos, en la dinámica general del metabolismo y en las interacciones químico-eléctricas y físicas de las estructuras que nos forman. Podríamos denominarlos: correctores-reequilibradores endógenos fruto de las experiencias o de determinadas experiencias. Pero no sólo aludimos a aspectos biológicos. A nivel emocional las vivencias de bienestar provenientes de las interacciones moteras son descargadoras de tensiones, sobrecargas y bloqueos cotidianos, repercutiendo positivamente en la salud integral. Algunos ven “mala vida” en las “aventuras” de los moteros. Les preguntamos a éstos y nos respondieron con bromas subrayando que incluso con el cansancio asociado a la fiesta, las “aventuras” merecen la pena. Parecido a lo que puede ocurrir con las vivencias de otras aficiones. Y si nos reducimos nosotros mismos a objetos de comunicación e imágenes intercambiadas en los discursos, todo gira en torno a la cultura de la afición de la que estemos hablando. Envueltas en los símbolos, las palabras que “crean” nuestro entorno, nuestras cosas y a nosotros mismos pueden “curar” o “dañar”. Cuando vivimos la pasión de las dos ruedas, evidentemente esas palabras nos “curan” de los daños de muchos pesos cotidianos; o, al menos, nos alivian ayudando a renovar la esperanza con la idea de volver a rodar el próximo fin de semana o a encontrarnos con los amigos; o tan sólo a unirnos al viento cuando avanzamos, que es, según algunos moteros, lo más parecido a volar. Cuando vuelas en la moto, te sientes libre y bien. El mundo en que vivimos nos da pocas satisfacciones. Hemos de fabricar momentos buenos que nos proporcionen bienestar y paz. La moto es una fiesta. Si además participas con ella en otra fiesta, tienes dos fiestas por el precio de una (Rácer).

Nota bibliográfica:
Le Breton, D., 2006. La saveur du monde; une anthropologie des sens. Métailié. Paris.