Los seres humanos creamos culturas. Observamos, pensamos, imaginamos, obramos, comunicamos nuestras experiencias... Somos variados. Construimos nuestra "realidad". Fabricamos opiniones y maneras distintas de narrar nuestras vivencias. Este espacio expone estudios y trabajos del campo de la antropología del bienestar y la salud así como de la antropología de la naturaleza, sus componentes y sus leyes mostrando diversas concepciones y acciones que en esos terrenos se pueden dar y llevar a cabo en las culturas y sociedades del mundo.

Foto: "Águila peleando con serpiente". Tatuaje clásico del artista: Alvar Mena (La barbería tatuajes. Salamanca)

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SEGUNDA ETAPA

lunes, 22 de julio de 2013

Esbozo de historia de vida. Otras maneras de percibir y explicar el mundo y las cosas. Otras formas de entender y atender los desequilibrios, los problemas, las enfermedades.

Por Francesco Di Ludovico. 

Introducción por A.J. Aparicio. 
A veces nos encontramos con personas capaces de conocer lo que nos ocurre empleando modos diferentes a los científicos. Es el caso de la conocida Pachita, mexicana, la sabia mazateca María Sabina y de muchos más etnomédicos, chamanes y hombres/mujeres de conocimiento de todas las etnias originarias no sólo del continente americano sino de todos los continentes del planeta. Hemos tenido la suerte de conocer a algunas de esas personas, de charlar con ellas y de verlas trabajar. Hemos escrito artículos y y libros mencionándolas y exponiendo con todo respeto sus trabajos así como sus discursos y explicaciones. Incluso hemos tenido la suerte de haber sido atendidos por sus manos y, por cierto, muy bien. Hablo de sanadores amerindios principalmente. Personalmente conocí y conozco europeos, gentes de la sociedad occidental trabajando en la medicina tradicional de los abuelos. Son ya sabios muy mayores. Pero nunca vi ni oí aquí caso como el que nos narra el Dr. Di LUdovico. Cuando me lo comentó me pareció interesante, no sólo por el contenido de su relato sino por la personalidad de la que habla cuyas maneras de actuar tienen mucho parecido con las de sanadores, chamanes y médicos tradicionales de etnias no occidentales con las que Pasqualina no tuvo relación. El Dr. Di Ludovico es originario de Las Marcas y tiene referencias experienciales de familiares que conocieron a la citada sanadora. El antropólogo no compara los hechos observados en relación con modelos y estándares, ni siquiera con "patrones" científicos. Expone los hechos y sobre todo las explicaciones que de ellos dan los que los crean, considerando unos y otras actuaciones y maneras diferentes de ver y explicar el mundo y las cosas, tan válidas como otras, al menos para los miembros de sus contextos originarios. Les dejamos con el relato del Dr. Di Ludovico.

En un valle verdísimo del Piceno, en las Marcas de Italia, entre los ecos de un mar antiguo y los ábregos  despojadores de hermosos viñedos y de mastranzos fragantes, en 1908 nació una niña. Era el domingo del 2 de agosto, mes que los almanaques populares de la región italiana de Fermo vuelven rico en ferias rurales y comarcales; y nos gusta imaginar los barrios luminosos y cálidos de aquellos tiempos y de aquellos lugares, con los negocios de zapateros y carpinteros hacendosos, de silleros plácidos y de toneleros incansables. En el registro civil fue registrada como Costanza Porfiri; sin embargo todos los familiares la llamaron siempre "Pasqualina", y todo el mundo la conoció con este mote afectuoso.
En aquel lejano 1908, durante la cosecha y la trilla, no todos los barrios del mundo resonaron de melodías campestres y de estribillos de amor. Hubo tierras donde las fuerzas de la naturaleza y del cosmos se desataron con truenos, explosiones y terremotos violentos. En la mañana del 30 de junio en el cielo de la Siberia central un enorme globo resplandeciente procedente del firmamento estalló con una potencia mucho mayor que el de la bomba atómica que dañó Hiroshima en la segunda guerra mundial; una vastísima zona silvestre de la región de Tunguska fue destruida por tal accidente. Los cielos nocturnos de Londres, durante semanas después de tal explosión, fueron desgarrados por centelleos rojizos. En la noche del 28 de diciembre del mismo año la costa oriental de Sicilia fue afectada por un terremoto devastador, produciendo miles de víctimas. 
En tal año fue también el nacimiento de Costanza Porfiri, la niña que, una vez adulta, habría llevado a cabo prodigios de conocimiento extrasensorial que, aun hoy en día, desorientan e inquietan a la ciencia oficial. Un fenómeno de relevancia excepcional bajo el perfil científico, cultural y antropológico y seguramente social: en el transcurso de medio siglo miles y miles han sido las personas que se han dirigido a la sensitiva de las Marcas, encontrando respuestas y consuelo. 
En aquellos tiempos no había la televisión sino solamente la radio que recogía directamente las voces desde el cielo, con su antenita filiforme. Mientras nacía Pasqualina, ensalzada más tarde por escritores valientes como verdadero genio del conocimiento supernormal, una parte de la literatura denigraba la fémina, y la emancipación femenina era decididamente contrastada. Las mujeres de aquellos tiempos no manejaban el dinero ganado, no desempeñaban actividad política, eran sujetas a sanciones penales en caso de adulterio, tratadas como ciudadanas de segundo nivel. El alemán  P. J. Moebius, profesor de psiquiatría y de neuropatología, en 1904 escribió un libro cuyo título era: «La inferioridad mental de la mujer» con el subtitulo: "Sobre la deficiencia mental fisiológica de la mujer". Tiempos arduos a vivir, pues, para una joven; sobretodo si relataba hechos difíciles de creer.
La familia de Pasqualina era de campesinos, y ella conservó de sus orígenes el candor. De niña se divertía, con su ramo de rabdomante, buscando agua para ayudar a su padre a construir pozos en las zonas que ella le había señalado. Asistía a su madre en el quehacer cotidiano, preparando la masa del pan y recolectando la leña; asistía también a los animales del corral donde vivía, cocinaba y era muy hábil al bastidor (con el cual preparó su propio ajuar). 
Sensitiva y clarividente italiana entre las más conocidas, tuvo las primeras formas de clarividencia cuando tenía 25 años. 
Mayo de 1933. Su marido Luigi Pezzola, con el que se casó a la edad de 19 años, tarda en regresar a casa. En la familia empiezan a preocuparse, más que todos Pasqualina misma, la cual se adormila, como por soponcio, con el corazón en pena y "parte" idealmente en su búsqueda; se despierta y da una buena noticia: "Lo he visto: está regresando a casa con un amigo suyo". Después de unos minutos, Luigi regresa y abraza a su mujer. Desde este simple acontecimiento empieza la increíble historia de Pasqualina. Dias más tarde, estando en un cuarto de su casa, "ve" el suegro en peligro sobre un árbol que quedaba del otro lado de la habitación, lejos de haber podido realmente ser visto. En consecuencia de la manifestación del primer vahído extático  y de los signos de televidencia de su mujer, Luigi se dirige, gracias a unos conocidos, a los médicos de la clínica universitaria de la facultad de medicina de Roma, para comprender si semejantes fenómenos eran causados por una enfermedad psiquiátrica o por algo místico.  Sometida a unos experimentos, demostró poseer el don de ver a distancia y a través de las paredes. Desde entonces algunos empezaron a preguntar a Pasqualina sobre las condiciones de salud. Una vez enfrente del enfermo, ella, como en una pantomima, mostraba conversar (con un diálogo mudo) con el mismo y visitarlo (rozándolo con las manos). Después de haber terminado la consulta, esta mujer volvía de su  "viaje" y salía de su estado de trance (en el cual entraba muy fácil y rápidamente) relatando particulares diagnósticos sorprendentemente exactos. Durante el "viaje" su conciencia parecía ausente, ella tenía los ojos cerrados y su expresión facial era congruente al estado de salud del paciente que visitaba: alegre si este estaba sano, triste si este estaba enfermo. "Cuando visito una persona me desmayo, después regreso de ese estado y finalmente relato lo que he visto; veo el órgano afectado, veo donde está el mal... Recolecto lo que veo y voy formando un conjunto completo del interior del cuerpo del enfermo; veo todo y recibo, de parte de este todo, una serie de sensaciones también sobre particularidades como la tensión arterial, el número de las células de la sangre y otros fenómenos que pasan adentro el cuerpo de la persona que visito; y sé cuando está enferma, pero no sé el cómo ni el porqué: sólo siento, lo advierto. No tengo conocimientos de anatomía, no sé cómo funcionan los órganos; sin embargo tengo sensaciones de lo que observo durante la consulta: aunque no conozco todo esto, refiero las sensaciones: ellas me dicen sobre lo que la persona padece".  
Médicos ilustres le pedían ayuda en caso de diagnósticos difíciles. 
Cuentan que en una ocasión ella relató haber "visto" la presencia de 30 cálculos biliares en el colecisto de un paciente. Sometido al quirófano, el cirujano le quitó 29; sin embargo, confiando en esta mujer, buscó  bien el cálculo que "faltaba" y de facto encontró uno más en una parte medio escondida de la vesícula biliar que no había sido bien explorada. 
Entre los muchísimos que la conocieron (se estiman en aproximadamente 350mil), los famosos directores cinematográficos Federico Fellini y Franco Zeffirelli eran sus asiduos frecuentadores; ella visitó también el rey Farouk y los papas Pío XII y Juan XXII. 
Murió a los 97 años, humilde tal como nació. Nunca pidió dinero, sólo donaciones; nunca rechazó a nadie; para todos tenía palabras de consuelo. Los que la conocieron recuerdan sus ojos vivaces, que hablaban directamente al alma; y recuerdan la manera en la que ella decía las cosas: el tono simple y caritativo de quien quiere desinteresadamente ayudar. 

Bibliografía: 
I. Sparnanzoni, S. Petracci: "Pasqualina Pezzola la Montesanta", Affinitá elettive , 2008.
L. Pantanetti: "Pasqualina Pezzola, il dono sovra-umano dell'umiltà", en la web marcheguida.it
S. Fuso: "Pasqualina Pezzola, la veggente delle Marche", Scienza e Paranormale n.63, 2005.