1. Introducción
A través del presente artículo quiero exponer, de manera resumida, las características más sobresalientes de los sistemas terapéuticos tradicionales, diferentes del occidental y usados por miles de personas no sólo en sus contextos sociogeográficos originarios sino en lugares diversos, incluso en el ámbito de la sociedad occidental, aquí ya como medicinas interculturales (caso de la medicina tradicional china en contacto con culturas no asiáticas) (Aparicio 2004a).
Una característica básica de las medicinas tradicionales es su fuerte y necesaria vinculación con lo cultural del ser, tanto individual como social-grupal.
La tradición se convierte en la depositaria y transmisora del saber acumulado y legado a través de generaciones, saber que constituye uno de los pilares básicos de definición de identidad de los grupos originarios (de América, Asia), tal como expone el poeta y escritor Elicura Chihuailaf (1999) en su obra titulada Recado confidencial a los chilenos, hablando del pueblo mapuche.
Los mapuche se inspiran, cuidan y enriquecen su "oralitura" (modo de transmisión oral, como se hace en otras culturas con la literatura) en la que viajan los conocimientos y los contenidos que definen el ser de ese pueblo. Señala Chihuailaf la importancia de los mayores en la transmisión de costumbres, tradiciones y organización, de forma oral (Chihuailaf 1999). Los pueblos mesoamericanos tienen en sus mayores los depositarios de la pequeña historia y de los conocimientos de sus antepasados. En muchas ocasiones, son los médicos tradicionales ancianos quienes, además de curar, tienen la responsabilidad y el honor de representar a la comunidad en Consejos, ante terceros y ante las autoridades del Estado o de la Nación (Bernal 1991; Alberto 1999).
La transmisión del idioma en los grupos originarios asegura la transmisión y el pase de los contenidos encerrados, guardados en él, custodiados por la palabra que, a modo de clave los abre, descifra y difunde entre los miembros de la comunidad.
Cada sociedad evoluciona y alcanza su desarrollo siguiendo su propio patrón, modelo y camino de evolución. Así ha ocurrido con las culturas tradicionales y con la sociedad occidental (contando las variantes de países y regiones).
Las medicinas tradicionales no son sólo elementos que ayudan a perpetuar la cultura y a mantener la cohesión e identidad de los grupos. También curan, es decir que tienen, como tales, fines y objetivos concretos y específicos, el principal: prevenir la enfermedad y ayudar al restablecimiento de la salud de sus gentes (Bernal 1991).
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